Injusta despedida de la pasión del fútbol |
Por: Johan Steed Ortiz Fernández
El Atlético Huila tiene acta de defunción, y la responsabilidad no es solo ecuatoriana. A muchos les entretiene el poder, prometer sin cumplir, esperanzar para decepcionar. Hoy el club se va y el golpe no es únicamente deportivo, es la prueba de que, cuando una ciudad no protege sus símbolos, alguien los muda.
Esto no pasó en una cancha, pasó en una mesa. No hubo minuto de silencio; hubo muchos trámites por debajo de la mesa a espaldas del público. Y lo peor no fue el golpe final, sino la agonía: todos viendo cómo se apagaba algo querido mientras quienes podían evitarlo no movían un dedo.
A los empresarios que han mostrado interés en el futuro del club solo cabe expresar respeto. Ojalá quienes tienen capacidad económica y experiencia, Diego Perdomo, Felipe Olave, Luis Eduer Valenzuela y otros inversionistas del deporte, vean en el Huila no un negocio pasajero oxidado por las trabas politiqueras momentáneas, sino un proyecto estable, serio y con arraigo.
Pero también hay que decirlo, sí dependía de la administración municipal. La Alcaldía de Neiva guardó un silencio especulativo inexplicable. La ciudadanía exige mas claridad, estudios que se pagaron, contradicciones que se dijeron y un alma que nos unía y la apagaron. Cerró el Guillermo Plazas Alcid y no mostró una alternativa seria, ni ruta, ni cronograma, ni conversación pública........