"No me interesa la política", una frase que habría que repensar

Hay frases que se nos quedan grabadas en la memoria por distintas razones. Recuerdo que, siendo joven, me llamó mucho la atención una que después he escuchado frecuentemente: “No me interesa la política”. En los últimos tiempos la he oído muy a menudo, dicha con convicción o con hastío, como quien quiere apartar de sí algo molesto. Pero siempre despierta en mí la misma pregunta. ¿Cómo no nos va a interesar la política, si en ella se deciden tantas de las cosas que determinan nuestra vida cotidiana? La política, entendida en su sentido más amplio como el arte de organizar la convivencia y decidir juntos cómo queremos vivir, está presente en todos los aspectos de nuestras vidas. En la educación que reciben nuestros hijos, en el precio de la energía, la calidad del transporte público, los derechos que disfrutamos o perdemos. Desentendernos de ella no la hace desaparecer ni la mejora; simplemente dejamos el espacio libre para que otros decidan por nosotros.

Entiendo, sin embargo, las razones de quienes pronuncian esa frase con cierta resignación. Porque se refieren a una forma de hacer y entender la política. El problema es que vivimos un tiempo en el que la política parece haber perdido su vocación de servicio público. Así se percibe entre la gente. Demasiadas veces vemos la política convertida en trinchera, en espectáculo o en campo de batalla de bandos enfrentados. Basta con fijarse en casi cualquier debate........

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