Hoy es Santa Bárbara, en la actualidad patrona de no pocas comarcas huérfanas y desamparadas, vacías a la espera de tantas promesas que llevaron no pocos dineros a donde no correspondía, según lo dicho y jurado con beso incluso sobre los dedos cruzados.

Hoy es Santa Bárbara y, sin embargo, me impongo mi propia censura para evitar hablar sobre el asunto, tan alegre antaño, ahora tan lejano. La imposición conduce, por ese extraño mecanismo de las asociaciones de ideas, a ciertos límites y estrechamientos de lo que debemos/podemos decir, que no pensar, llegados desde fuera o cocinados en nuestro propio fuero interno.

De todos es bien sabido que ha habido y hay –no se olvide- infinidad de limitaciones al pensamiento en voz alta y la escritura. Incluso, claro, en los países que presumen de altas democracias. No hablemos de las geografías del miedo y la persecución que tanto abundan, con desenlaces innombrables. Las tendencias hacia el pensamiento único, tantas veces revestidas de dulces postureos, suelen generar en los países dos o más bloques cada vez más ideologizados y enfrentados. A veces incluso se renombran las ideas para ejercer un nuevo sistema de control, ejercicio de fácil comprobación a lo largo de la historia, incluida la que está en curso. No otra cosa es más que el poder –político, económico, religioso…- haciendo lo que hace el poder. Posiblemente sea solo la ceremonia de la puesta en escena lo que cambie. Sirvan las posturas recalcitrantes respecto a las guerras que nos acechan constantemente.

A esa censura externa se añade hoy la nacida en los foros internos, personales. La primera tenía y tiene nombre propio y permite, según la maestría de cada cual, trazar vericuetos alejados del control y sus consecuencias, que no son pocas. Esta otra no deja de ser también puñetera. Escribir/pensar para regalar oídos es, sin más preámbulos, una mutilación del pensamiento o la escritura. Como el temor a la respuesta en las redes, donde el censor anónimo se convierte con frecuencia en furibundo inquisidor, anatematizador con rayos, infiernos y tormentas. Y cada cual, posiblemente, se imponga unos límites.

Si peligrosa es la censura, no menos es la autocensura, ambas en las arenas movedizas de los riesgos, tanto individuales como colectivos. Sigo admirando a quienes edifican, alejados de lo tendencioso, a través del pensar y decir. No abundan, es verdad, pero enriquecen.

QOSHE - Autocensura - Alfonso García
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Autocensura

2 0
04.12.2023

Hoy es Santa Bárbara, en la actualidad patrona de no pocas comarcas huérfanas y desamparadas, vacías a la espera de tantas promesas que llevaron no pocos dineros a donde no correspondía, según lo dicho y jurado con beso incluso sobre los dedos cruzados.

Hoy es Santa Bárbara y, sin embargo, me impongo mi propia censura para evitar hablar sobre el asunto, tan alegre antaño, ahora tan lejano. La imposición conduce, por ese extraño mecanismo de las asociaciones de ideas, a ciertos límites y estrechamientos de lo que debemos/podemos decir, que no pensar, llegados desde fuera o cocinados en nuestro........

© Diario de León


Get it on Google Play