14 de noviembre 2024 - 03:05
Como ocurre con las fluctuantes crisis económicas, de las catástrofes medioambientales nos acordamos sólo cuando ocurren. Cuando los fuegos se apagan, las sequías finalizan o las aguas vuelven a su cauce, nos llega la amnesia y los pocos que se resisten a padecerla predican sin ser escuchados. Se convierten en esos alarmistas que intentan alterar nuestra sosegada existencia.
Ante una situación tan traumática como la de Valencia ahora echamos la vista atrás y nos sorprende que haya literatura tan abundante y detallada sobre estos peligros, con documentos que tienen siglos de historia y otros más recientes que se quedaron en el cajón de los estudios, informes y libros blancos nunca llevados a la práctica. No podemos decir que no estábamos prevenidos.
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