Se puede escribir la historia en el friso helicoidal de la Columna Trajana o garabateando “Los pequeños ladrones piden a Vatia como edil” en una pared de Pompeya. Tener la humilde grandeza del emperador Marco Aurelio –delicia del género humano– o la soberbia de Bonaparte coronándose ante el Papa en Notre Dame; compartir la victoria con quienes la hicieron posible –recordemos el inmortal “nunca tantos debieron tanto a tan pocos” dedicado por Churchill a los pilotos de la RAF tras vencer a la Luftwaffe en la Batalla de Inglaterra– o sentirse Currita de Albornoz y querer ser la novia en la boda, el niño en........