10 de enero 2025 - 03:04
Un amigo se preguntaba el otro día qué derecho tenemos a saberlo todo sobre nuestras parejas, nuestros amigos o nuestros familiares, y qué derecho tienen ellos a que les contemos todo. Es obvio que no podemos contarles todo, y es obvio también que no podemos callárnoslo todo, porque todas estas relaciones habitan necesariamente un territorio intermedio, pero es dentro de ese territorio, de límites bien definidos pero de configuración difusa, donde ese deporte se juega.
Mi amigo decía que, si su pareja cometía un desliz o si sus padres guardaban un secreto, le gustaría saberlo, y que él, dado el caso, rendiría cuentas sin dudar, porque su vida necesitaba contar con las bases más sólidas posibles, y ello implicaba saberlo todo. Yo decía que hay........