La lámpara insomne del despacho de Franco

Entre la permanente apología que el Régimen franquista hacía del General(ísimo de los Ejércitos), la que ensalzaba el insomnio permanente de la lámpara de su despacho de El Pardo, como prueba indiscutible de que el dictador velaba las 24 horas del día por los españoles, me llamó siempre la atención: hasta ese nivel llegaban la panegírica y la adulación, tan del gusto de un individuo de talante genocida.

Las guerras, toda guerra, consiste en una inmersión en la barbarie. Y en la Guerra Civil las prácticas arrasadoras ejecutadas por los sublevados, aplicadas con la “violencia extrema” ordenada por el Director Mola desde el inicio de la sublevación (Instrucción Reservada nº1) y con arreglo a la más estricta disciplina castrense, tenían como objetivo sembrar el terror entre personas y poblaciones fieles a la Constitución republicana.

En el bando republicano, los crímenes se intensificaron durante el “verano y el otoño calientes” de 1936, en el clima de vacío de poder -tras el crack del Estado y sus instituciones que produjo el alzamiento militar- . Ese escenario se prolongó hasta que el Gobierno legítimo logró tomar, en medio de grandes dificultades, las riendas de la situación y restablecer la legalidad como objetivo prioritario.

En cualquier caso, la violencia fratricida campó a sus anchas durante toda la contienda. Pero después de la Guerra se instauró la Dictadura. Un régimen político dispuesto, con el General al frente, a perseguir hasta el exterminio a los sobrevivientes republicanos derrotados.

Franco fue un individuo mediocre, ensolerado en el ambiente militar africanista de las guerras........

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