Agua, Agüita, Oro de Canarias |
Estoy solo en el velero, atracado en el puerto. Una semana más descubriendo la canariedad. La última vez hablamos de GUAD (“agua”) de Alfonso García Ramos: mundo infrahumano de los obreros en las galerías de agua.
“Locos Egregios”, obra de mi profesor J.A. Vallejo-Nájera, y locos vulgares he podido ver con él en el psiquiátrico de Leganés, pero jamás un tipo como este, desaforado, que habla con bufidos, agarrándose los pantalones… Se acerca gritando, agitando la novela GUAD. Quiere hablar conmigo. Lo temo, pero no, solo son apariencias. Exclama:
RITOS PARA ATRAER LA LLUVIA
-¡Agua, agua! ¡Ese es el oro de Canarias! Ante la falta de lluvia… Los nativos suplicaban al cielo. Los de Gran Canaria, portando ramas, en procesión hasta las montañas sagradas de Tirma y Amagro. Las harimaguadas derramaban leche y manteca mientras danzaban y cantaban. Después, el faycán conducía la procesión hasta el mar, donde los romeros golpeaba con ramas la superficie… Los guanches de Tenerife llevaban el ganado a lugares elevados, a baladeros o bailaderos. Separaban las crías de las madres, para que su balido despertara la compasión divina y enviara lluvias.
Dice que se llama Ataulfo, “como el rey visigodo”. Parece un predicador del Lejano Oeste americano. Le ofrezco un agua, de manzanilla y anís … “Sí, sí”, me dice, “una agüita”, y se echa a reír…
-Las “agüitas”, en Canarias a todas horas, más que los americanos el café y los ingleses el té. Me río, porque un día fuimos con el equipo al pueblo vecino. En el partido, un futbolista va y se desmaya… Sí, sí, cayó como una paloma vieja … Todos acudieron, también, la mujer de la cantina con una taza de manzanilla… El hombre, agonizando, daba........