La extravagancia

La extravagancia ha dejado de ser un gesto pintoresco para convertirse en una forma creciente de irresponsabilidad pública. Lo que antes era rareza ahora se exhibe con naturalidad en espacios donde debería imponerse el juicio: la política, ciertos ámbitos académicos, los foros públicos y, por supuesto, los platós. Es un desplazamiento silencioso del debate hacia la teatralidad, una mutación del discurso que avanza sin pedir permiso. El extravagante no busca comprender ni argumentar: busca impacto. Para lograrlo, convierte cualquier cosa en recurso útil. Lo mismo le........

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