Corría el año 1992 y en plena campaña norteamericana, Bill Clinton no acababa de superar en previsión de voto a George Bush, dado que éste era muy popular por lo que sus votantes consideraban grandes éxitos en la gestión de su política exterior: el fin de la Guerra Fría y la Guerra del Golfo, que dejó en los norteamericanos la sensación todopoderosa de haber respondido rápidamente a la Invasión de Kuwait y aplastado a Saddam Hussein.
Para centrar la contienda electoral en lo que más convenía a Bill Clinton, uno de sus principales estrategas, un hombre llamado James Carville, acuñó la frase que habrán oído tantas veces y en tantos contextos diferentes:
¡Es la economía, estúpido!
Esta frase me ha venido a la cabeza esta semana, en la que desde Casa África hemos organizado la presentación, tanto en nuestra sede en Las Palmas de Gran Canaria como en Madrid, en colaboración con la CEOE del African Dynamics 2024, el informe macroeconómico de referencia que, elaborado por la Unión Africana y el Centro de Desarrollo de la OCDE, constituye quizás la fotografía económica que cada año se realiza de forma más exhaustiva sobre el continente vecino. La única diferencia es que, con lo que aprendimos esta semana, la frase debería ser ¡Es la educación, estúpido!
En estos días en que solo se habla de África para hablar de migración, y en unos días donde toda la actualidad mediática está centrada en cómo se gestiona la llegada de menores al Archipiélago canario, nosotros hemos querido hacer el ejercicio de entender cómo abordar las causas estructurales que provocan las condiciones para que lleguemos donde hemos llegado, que es que haya tantos africanos deseosos de emigrar y buscar una vida mejor en Europa ante la........