EL vaso mientras se llena no tiene filtraciones, pérdidas o derrames por ninguna parte. La paciencia permanece sólida, inamovible, intacta, con la serenidad que provoca la inmutabilidad, aunque a medida que sube el volumen se inicia un proceso de efervescencia imperceptible, casi como un volcán, larvado y sereno, pero que sigue ahí.
El tiempo acaba por hacer el resto. Sumas desplantes, ignominias y olvidos que elevan el gorgoteo en la misma medida que el entorno se suma por efecto simpatía, hasta que la lava se dispara o la tensión estalla hasta inundarlo todo. El aguante tiene un límite. Las pérdidas se hacen insoportables y la búsqueda de soluciones para que la corriente no te arrastre........