Desde hace unos meses los medios del corazón le siguen la pista a la novela amorosa de Shakira y Gerard Piqué, y medio mundo anda al tanto de cada acontecimiento alrededor de la expareja. Con cada información, fotografía o tweet las redes sociales estallan y la euforia se apodera de seguidores que analizan y hacen conjeturas basados solo en escuetos comunicados y en presuntas “pruebas” que encuentran en esa misma cueva de grillos que existe en cada foro de la web.
El capítulo de turno tiene que ver con el recientemente tema musical de la cantante colombiana junto al DJ productor argentino Bizarrap. El revuelo es mundial, y mientras el video en YouTube alcanzó, como polvorín, millones de visualizaciones nada más se publicó, los usuarios se dividen entre alabar a Shakira, victimizarla, culparla de no sé cuáles traumas a sus hijos Milán y Sasha, o tildarla de trapera por exponer su sentir de la manera que prefiere. Las opiniones son infinitas.
Sin embargo, cuenta con más partidarios que detractores. Según lo que he visto, muchas más personas se identifican con su malestar y apoyan que use su música para expresarse, tal y como lo hacen poetas, pintores, y toda persona con sensibilidad artística que aprovecha su cotidianidad, sus sentimientos, para crear. Usualmente en la tristeza somos más productivos, quizás por esa necesidad de exorcizar hasta el último gramo de pesar, y porque para algunos compartirlo hace que cicatrice más rápido el sufrimiento. Es más que indudable su despecho. ¿Por qué reprimirlo? ¿Dónde queda la libertad de expresar lo que nos hace?
Ya en abril de 2022 nos ofreció pistas con el tema Te Felicito, junto a Rauw Alejandro, y luego en octubre tuvimos un avance del maremoto que vendría, con Monotonía, de conjunto con Ozuna. Allí la vimos afectada, dolida, resignada, incluso, en un primer plano, llorando y con la mirada más triste nunca antes vista en ella, tan fuego y alegría.
Desde Pies Descalzos nos acostumbró a escuchar de amor y desamor, y pareciera que solo ahora pusimos historia detrás de la letra. No obstante, hace mucho tiempo que las canciones de Shakira dejaron ser todo fresa, románticas, con lenguaje exquisito y complaciente. No me sorprende que haya canalizado su furia de esta manera, y aunque, especialmente, la canción no me gusta porque la considero baja, y que su obra, en más de 30 años, tiene mucho de personal, considero que para nadie es fácil socializar el dolor de una ruptura tormentosa. Evidentemente en este momento hacerlo no le hace vulnerable, sino fuerte, y me inclino a creer que antes de exponer su vida se detiene un instante a sopesar pros y contras, y por consiguiente decide lo mejor.
Sin embargo, los seres humanos no somos perfectos ni razonables todo el tiempo. No quiero ni puedo comparar un comportamiento con otro, ni especular qué hubiera sucedido de ser al revés la historia y fuera Piqué el dolido y tuviera la herramienta de la creación a mano. Es así como está sucediendo. La catarsis de los sentimientos de Shakira la impulsan a emplear la música para el desahogo, allí encuentra alivio y solución. Siempre votaré porque cada persona haga lo que desee, aún en turbulencias, y si se equivoca, que enmiende su error hasta donde pueda.
En cuanto a los hijos, no es necesario que estén al tanto de cuanto acontece en el mundo de los adultos. Son pequeños y perfectamente pueden vivir en un entorno aislado de la web y rodeados solo de influencia positiva, aunque no puedan escapar ciento por ciento del ambiente que genera el divorcio. Tampoco lo sabremos. Y, en cualquier caso, la verdad es innegable y habrá que vivir con ella: hubo una ruptura agitada que trascendió las paredes de la casa, como suele suceder en la farándula, silenciarlo no es posible porque los medios persiguen a las celebridades, y, en segundo lugar, el público también colabora.
¡Tanto alboroto por el tema de Shakira! Esta persecución mediática aviva aún más el conflicto y estimula todo tipo de comentarios, ya pasará cuando otra “noticia” se imponga, y eso será demasiado pronto. Mientras tanto, la colombiana quizás se siente triunfadora, tal vez consiguió justo la polémica que buscaba. ¿Cómo asegurarlo? En ningún caso me parece que esté afligida, me la imagino liberada y feliz con el resultado, sobre todo con la ganancia que le genera.
¡Tanto alboroto por el tema de Shakira!
Desde hace unos meses los medios del corazón le siguen la pista a la novela amorosa de Shakira y Gerard Piqué, y medio mundo anda al tanto de cada acontecimiento alrededor de la expareja. Con cada información, fotografía o tweet las redes sociales estallan y la euforia se apodera de seguidores que analizan y hacen conjeturas basados solo en escuetos comunicados y en presuntas “pruebas” que encuentran en esa misma cueva de grillos que existe en cada foro de la web.
El capítulo de turno tiene que ver con el recientemente tema musical de la cantante colombiana junto al DJ productor argentino Bizarrap. El revuelo es mundial, y mientras el video en YouTube alcanzó, como polvorín, millones de visualizaciones nada más se publicó, los usuarios se dividen entre alabar a Shakira, victimizarla, culparla de no sé cuáles traumas a sus hijos Milán y Sasha, o tildarla de trapera por exponer su sentir de la manera que prefiere. Las opiniones son infinitas.
Sin embargo, cuenta con más partidarios que detractores. Según lo que he visto, muchas más personas se identifican con su malestar y........
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