OPINIÓN: El renacer de Cenicienta

La polémica no termina: ¿el arte refleja pasivamente la realidad, es decir, aquellos aspectos de la realidad que el autor selecciona —con lo cual ya se verifica su intromisión— o la cuestiona, la empuja hacia el lugar deseado? Cabría afirmar que en arte, todos los caminos son válidos. Incluso el vilipendiado realismo socialista produjo algunas obras de arte, aunque haya sido inaceptable su imposición como método de creación. Pero la pregunta no es retórica. Quiero comentar algunos aspectos de la telenovela cubana “Renacer”, actualmente en pantalla. No lo hago como crítico de arte, sino —valga el juego de palabras— como espectador crítico. Y corro el riesgo de que la trama enmiende para mejor en los próximos capítulos, de manera sutil como debe ser, algunos de los tópicos que comento. Ojalá que así sea.

Voy a enunciar sin dilación el tema: las “guajiritas” que llegan a La Habana, por caminos y motivos diferentes, no ven otra opción “mejor” de trabajo que la de servir en casas particulares a personas con mayor poder económico. Digámoslo sin eufemismos: la opción más apetecible parece ser la de que sean sirvientas o criadas. Para completar el esquema telenovelesco del capitalismo, los dueños son “buenas personas”, las muchachas aspiran a conquistarlos o el propio dueño se enamora de alguna de ellas, una de las criadas (uso el término más duro) es “casi” de la familia, quiere como una “madre” al dueño, aunque pueda ser expulsada si comete una falta y otra conquista a un “yuma” de paso. Hay que señalar que la telenovela elude los estereotipos que atañen al color de la piel, hay........

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