La libertad sometida del actor Omar Alí
LA HABANA, Cuba.- La capacidad histriónica mostrada por el actor Omar Alí no logró convencer de que es un hombre libre y de que “no hay que ver la censura como una cosa terrorífica”.
Pareciera que esas declaraciones las expresó en su papel del coronel Silvio, en el policíaco Tras la huella, o como alter ego de Miguel Barnet, laxo y mojito en mano, sobre una poltrona de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
Al parecer, este liberto de las máscaras asume su libertad desde otra versión de la fábula de los tres monitos: No hablo lo que no me conviene; no escucho lo que me traiga problema; y no veo nada que vaya en contra del régimen.
Sin dudas, una posición política y moral muy cómoda, aunque degradante por su cobardía y cinismo, en un país donde las alarmas socioculturales no dejan de sonar advirtiendo que se hunde y llamando al “sálvese el que pueda”.
Resulta repugnante que un actor de tanta........
© Cubanet
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