LA HABANA, Cuba.- En una de las Comisiones de la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular se trató acerca del peliagudo tema de la enseñanza de la Historia en Cuba. Muy preocupados se hallan los jerarcas del castrismo porque, como se dijo en la Comisión, “es alarmante el desconocimiento que muchos bachilleres tienen sobre figuras y procesos claves de nuestra Historia”. Ello a pesar de que las autoridades se esfuerzan por ofrecer una imagen del pasado que legitime el actual estado de cosas en la Isla.
Para tratar de corregir el entuerto se ha creado una comisión presidida por el historiador Eduardo Torres Cuevas, el “martiano mayor” del castrismo, cuya misión será la de transformar la enseñanza de la Historia de Cuba, un asunto calificado por el oficialismo como “un tema de seguridad nacional”.
Al hablar en la cita, el señor Torres Cuevas expresó que “en el caso de la Historia de Cuba es necesario hacer énfasis en la década de los años 50 y de la Revolución en el poder, que son de los aspectos más atacados por el enemigo”.
Por supuesto que los años 50 fueron escenarios de hechos de suma importancia para la Historia de Cuba, algunos de los cuales permanecen silenciados por la historiografía castrista, y sería de mucha utilidad que fueran conocidos por las nuevas generaciones.
El castrismo habla mucho de la “Carta de México”, firmada por el Movimiento 26 de Julio y la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), como si hubiese sido el único acuerdo firmado por Fidel Castro con otras organizaciones para luchar contra el gobierno de Fulgencio Batista.
Sin embargo, nada se dice de los acuerdos con igual fin alcanzados con el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), fruto de los cuales, entre otras cosas, apareció el dinero para la compra del yate Granma, que después usó Fidel Castro para llevar a Cuba la llama de la rebelión. Por eso, mucha razón hay cuando, al analizar el viraje castrista hacia el comunismo, se insiste en que Castro traicionó lo pactado con las organizaciones que lo ayudaron en su lucha.
Se menciona hasta la saciedad por los voceros del castrismo sobre el supuesto apoyo de Estados Unidos al gobierno de Batista. Pero generalmente se oculta el hecho de que Washington le impuso al batistato un embargo en la venta de armas en marzo de 1958, al considerarse que el hombre fuerte de Cuba no tenía intención de llevar adelante un proceso electoral honesto que solucionara la situación política que atravesaba la Isla. Un embargo que, indudablemente, debilitó la disposición combativa del ejército de Batista.
Y aunque no ocurrió en los años 50, sino en 1948, este acontecimiento que pasamos a comentar ilustra con claridad cuál era la preferencia política de los cubanos cuando la Isla se adentraba en la década siguiente. Fue la última vez que hubo elecciones presidenciales verdaderamente libres en Cuba, con multipartidismo, y plenas garantías para que los aspirantes a la presidencia expusieran sus programas de gobierno.
El triunfo correspondió al partido Auténtico mediante la dupla Carlos Prío-Guillermo Alonso Pujol. Detrás quedó la representación liberal con Ricardo Núñez Portuondo y Gustavo Cuervo Rubio. En tercer puesto quedaron los del partido Ortodoxo mediante la dupla Eduardo Chibás-Roberto Agramonte. Y en el último lugar apareció el binomio comunista de Juan Marinello y Lázaro Peña.
Es decir, que al arribar a los años 50, los cubanos eran auténticos, liberales, ortodoxos, y en mucha menor escala, comunistas. De ahí la decepción cuando Fidel Castro decretó unilateral y arbitrariamente la asunción de la doctrina marxista-leninista.
Pero, claro, es casi imposible esperar que Eduardo Torres Cuevas, ese historiador orgánico del castrismo, introduzca estas verdades en su “transformación” de la Historia de Cuba.
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La Historia que no enseñará Eduardo Torres Cuevas
LA HABANA, Cuba.- En una de las Comisiones de la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular se trató acerca del peliagudo tema de la enseñanza de la Historia en Cuba. Muy preocupados se hallan los jerarcas del castrismo porque, como se dijo en la Comisión, “es alarmante el desconocimiento que muchos bachilleres tienen sobre figuras y procesos claves de nuestra Historia”. Ello a pesar de que las autoridades se esfuerzan por ofrecer una imagen del pasado que legitime el actual estado de cosas en la Isla.
Para tratar de corregir el entuerto se ha creado una comisión presidida por el historiador Eduardo Torres Cuevas, el “martiano mayor” del castrismo, cuya misión será la de transformar la enseñanza de la Historia de Cuba, un asunto calificado por el oficialismo como “un tema de seguridad nacional”.
Al hablar en la cita, el señor Torres Cuevas expresó que “en el caso de la Historia de Cuba es necesario hacer énfasis en la década de los años 50 y de la Revolución en el poder, que son de los aspectos más atacados por el enemigo”.
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