MADRID, España.- El descrédito de la prensa oficialista cubana, especialmente la dedicada al consumo interno de los cubanos (los periódicos, la radio y la televisión), es cada día mayor. Son muchas las informaciones que se ocultan, y numerosos también los enfoques que no concuerdan con la objetividad de los acontecimientos.
A veces da la impresión de que los gobernantes castristas desprecian y subestiman al cubano de a pie, en el sentido de que no lo consideran apto para recibir la información sin que medie la dosificación de las autoridades. Es decir, que de acuerdo con ese punto de vista, solo la maquinaria del poder sabe qué debe conocer la población, y en qué momento debe enterarse de las noticias.
Todo esto va acompañado de un apreciable nivel de oportunismo; porque, como es lógico imaginar, la jerarquía castrista comete sus fechorías contra el libre flujo de la información tomando en cuenta, en primer término, las circunstancias presentes en cada momento.
Un ejemplo de lo anterior lo vimos en el caso de los cinco espías que guardaron prisión en cárceles estadounidenses. Los integrantes de la Red Avispa fueron descubiertos y encarcelados en 1998. Pero la propaganda castrista nada informó de ello hasta varios años después, cuando ya se había solucionado el caso del niño Elián González, y hacía falta otro suceso para mantener vivo el diferendo con Estados Unidos.
Otro capítulo de esta trama salta a los primeros planos en estos días con el caso de Ana Belén Montes, esa mujer de ascendencia puertorriqueña que durante años espió en Estados Unidos a favor del régimen castrista; fue detenida en el 2002, condenada a 25 años de prisión, y liberada en días recientes.
Durante las dos décadas que la espía estuvo en la cárcel, ni una sola mención apareció en la prensa escrita, la radio o la televisión cubanas acerca de ese tema. Y ahora, cuando se produce su liberación, se mantiene el silencio.
El pasado 7 de enero, el día de la liberación de la espía, la página digital del diario Granma recogió la noticia. Sin embargo, la edición impresa de ese diario, la que más consume la población del interior de la Isla, nada informó al respecto, ni en la edición del sábado 7, ni en la del lunes 9 de enero. Tampoco se ha informado nada relativo a la liberación de Ana Belén Montes en ningún otro medio de prensa oficialista en Cuba. Por supuesto, si lo hicieran, primero tendrían que decirles a los cubanos quién es esa señora.
A la hora de desentrañar los motivos del silencio oficialista a este tema, habría que convenir en la renuencia del castrismo a aceptar que poseen una amplia red de espionaje en varios países. No hay que olvidar que nunca han aceptado la condición de espías en territorio norteamericano de los cinco miembros de la Red Avispa. Según la propaganda oficial, Gerardo, Ramón, René, Antonio y Fernando eran solo personas infiltradas en grupos contrarrevolucionarios para desmantelar posibles acciones contra Cuba.
Ahora, como al parecer, no cuentan con semejante justificación para encubrir la labor de Ana Belén Montes, pues optan por ignorar el tema. Si algún día, por oportunismo u otro motivo, decidieran invitar a Cuba a su espía para homenajearla, entonces no les quedaría más remedio que presentarla a la opinión pública nacional.
Pero nadie piense que les costaría mucho trabajo hacerlo. Ellos son maestros en la manipulación de las masas. En un abrir y cerrar de ojos la transformarían de perfecta desconocida a heroína nacional.
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Ana Belén Montes: una gran desconocida para los cubanos de la Isla
MADRID, España.- El descrédito de la prensa oficialista cubana, especialmente la dedicada al consumo interno de los cubanos (los periódicos, la radio y la televisión), es cada día mayor. Son muchas las informaciones que se ocultan, y numerosos también los enfoques que no concuerdan con la objetividad de los acontecimientos.
A veces da la impresión de que los gobernantes castristas desprecian y subestiman al cubano de a pie, en el sentido de que no lo consideran apto para recibir la información sin que medie la dosificación de las autoridades. Es decir, que de acuerdo con ese punto de vista, solo la maquinaria del poder sabe qué debe conocer la población, y en qué momento debe enterarse de las noticias.
Todo esto va acompañado de un apreciable nivel de oportunismo; porque, como es lógico imaginar, la jerarquía castrista comete sus fechorías contra el libre flujo de la información tomando en cuenta, en primer término, las circunstancias presentes........
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