LA HABANA, Cuba.- Es indudable que la fecha del 11 de julio de 2021 constituye un antes y un después en el devenir del pueblo cubano por sacudir la opresión gubernamental que lo agobia. Es verdad que hubo un 5 de agosto de 1994, cuando la población se lanzó a las calles a protestar por la crisis general que padecía la nación en aquellos años del período especial. Sin embargo, solo después de las acciones ciudadanas en el verano del pasado año parece haberse afianzado en las personas la convicción de que las protestas callejeras son una vía legítima para manifestar sus inconformidades.

Con el paso del huracán Ian por el occidente del país se agudizó la caótica situación que presentaba la generación eléctrica nacional. Incluso en regiones que no habían sido impactadas fuertemente por el meteoro, la falta de corriente eléctrica se tornó alarmante.

Muchas personas percibieron que las autoridades no actuaban con celeridad para restablecer el fluido eléctrico. Claro, ya había pasado el referendo del Código de las Familias, y por tanto el castrismo ya no temía un voto de castigo por parte de la ciudadanía. Voto de castigo que se hubiese traducido en un masivo NO al referido documento.

Fue entonces cuando muchos cubanos de a pie optaron por transitar el mismo camino que habían recorrido los manifestantes del 11 de julio. Se lanzaron a las calles sonando calderos y enarbolando consignas contra la inercia gubernamental. Hasta se presenciaron escenas de pobladores que acudían a la vía pública, en ocasiones muy cerca de instituciones oficialistas, para botar los pocos productos alimenticios que guardaban en sus refrigeradores, y que se les habían echado a perder debido a la falta de electricidad.

El temor comenzó a crecer entre la cúpula del poder. Numerosos funcionarios del Partido Comunista fueron enviados a los barrios para tratar de convencer a los ciudadanos a que desistieran de su rebeldía. Y no fueron pocos los casos en que la corriente eléctrica era restablecida inmediatamente después de realizadas las protestas populares.

En medio de ese contexto sucedía un acontecimiento de suma importancia para el futuro de la rebeldía popular en la isla. Un episodio que no tenía precedentes en estas más de seis décadas de poder castrista: el reconocimiento por figuras de primer nivel en la nomenclatura -el caso específico del jefe del Partido Comunista en La Habana, Luis Antonio Torres Iríbar- de la legitimidad de las protestas populares como una manera de manifestar su descontento. Evidentemente, se ha producido una fisura en el caparazón totalitario del régimen castrista.

Por supuesto que, a pesar de lo anterior, las altas esferas del poder cubano continúan maniobrando con vistas a no perder el apoyo de sus incondicionales, y así afianzar su control sobre la sociedad. En ese sentido sobresale un editorial aparecido en el periódico Granma el pasado 1ro de octubre. Tras criticar, como siempre, las opiniones de los que califican como “enemigos de Cuba”, y en el contexto de la recuperación de los estragos causados por el huracán, el editorial expresa que “Frente a la colosal misión de no solo recuperar lo perdido, sino de superar lo que teníamos antes, la clave del triunfo es una sola: la unidad”.

Aquí cabe aquello que reza: haz lo que yo digo y no lo que yo hice. Porque, ¿acaso pensó en la unidad nacional Fidel Castro cuando se lanzó a la lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista?… En aquel momento el joven de Birán no vaciló en arrastrar a toda una nación tras de sí en aras de satisfacer sus mezquinas ansias de poder.

Por eso ahora los cubanos no deben caer en la trampa de aceptar la solicitud de unidad que les tienden los gobernantes de la nación. El camino no es la alianza con ellos, sino seguir protestando cada vez que las circunstancias lo ameriten.

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QOSHE - Ahora resuenan los ecos del 11 de julio - Orlando Freire Santana
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Ahora resuenan los ecos del 11 de julio

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07.10.2022

LA HABANA, Cuba.- Es indudable que la fecha del 11 de julio de 2021 constituye un antes y un después en el devenir del pueblo cubano por sacudir la opresión gubernamental que lo agobia. Es verdad que hubo un 5 de agosto de 1994, cuando la población se lanzó a las calles a protestar por la crisis general que padecía la nación en aquellos años del período especial. Sin embargo, solo después de las acciones ciudadanas en el verano del pasado año parece haberse afianzado en las personas la convicción de que las protestas callejeras son una vía legítima para manifestar sus inconformidades.

Con el paso del huracán Ian por el occidente del país se agudizó la caótica situación que presentaba la generación eléctrica nacional. Incluso en regiones que no habían sido impactadas fuertemente por el meteoro, la falta de corriente eléctrica se tornó alarmante.

Muchas personas percibieron que las autoridades no actuaban con celeridad para restablecer el fluido eléctrico. Claro, ya había pasado el referendo del Código de las Familias, y por tanto el castrismo ya no........

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