LA HABANA, Cuba. — Los gobernantes cubanos son artífices en recurrir al formulismo en detrimento de las esencias. Un ejemplo fehaciente de ello lo encontramos en las elecciones del Poder Popular. La propaganda oficial insiste en que esas son las elecciones más democráticas y transparentes del mundo, cuando sabemos en realidad que nada cambia con ese remedo electoral. Qué importa si Juan o Pedro resultan elegidos a nivel de circunscripción, cuando arriba la jerarquía castrista se mantiene incólume.

Y en ese capítulo de anteponer las apariencias a lo enjundioso no podemos dejar de mencionar el supuesto poder de los trabajadores en la sociedad cubana. Se dice, entre otras figuraciones, que ellos son los dueños de los medios de producción. Por eso en el Artículo 20 de la Constitución de la República, elaborada por la cúpula del poder y aprobada tras un antidemocrático mecanismo que impidió el acceso a los medios de difusión a los que se oponían a ese documento, se lee: “Los trabajadores participan en los procesos de planificación, regulación, gestión y control de la economía. La ley regula la participación de los colectivos laborales en la administración y gestión de las entidades empresariales estatales y unidades presupuestadas”.

En ese contexto, con bombo y platillo, se ha anunciado que desde el pasado 16 de enero y hasta el 31 de marzo, todas las empresas y unidades presupuestadas del país participarán en la presentación de su plan o presupuesto correspondientes al actual 2023.

En un artículo de portada aparecido en el periódico Trabajadores (“La economía en la mira de los colectivos laborales”, edición del 16 de enero) se expresa que “El análisis hay que fundamentarlo en correspondencia con las exigencias y necesidades presentes en la economía, e intercambiar con profundidad y argumentos en cada centro, pues no basta con la información de las cifras”.

La coletilla se refiere a tratar de evitar que se repita lo que ha sido una tónica en este tipo de asambleas sindicales: la presentación por las administraciones de un informe cargado de cifras y tecnicismos que nada dicen a los trabajadores, y que causan el bostezo generalizado de los asistentes a dichas reuniones.

Sin embargo, es muy difícil que se logre despertar el interés de los trabajadores ante esta nueva farsa de los sindicatos oficialistas en contubernio con las autoridades castristas. Casi nadie creerá que planteando dos o tres cosas referidas a la entidad donde se labora se puedan resolver los grandes problemas que agobian a los cubanos, como el desabastecimiento de artículos de primera necesidad, la inflación y la pérdida de la capacidad de compra de los salarios, entre otros.

Por otra parte, resalta la hipocresía de las autoridades cuando indican que uno de los tópicos que deben centrar los debates de estas asambleas es la manera en que se debe avanzar en la reducción de las desigualdades. ¿Qué desigualdades quiere ahora el castrismo que sean combatidas por los trabajadores? Porque para todos está claro que la mayor desigualdad que existe actualmente en Cuba —claro, si exceptuamos la que existe entre la clase dirigente y el cubano de a pie— ha sido provocada por la instauración de las tiendas en moneda libremente convertible, que excluyen a buena parte de los cubanos de las únicas tiendas medianamente abastecidas en el país.

En medio de todo este circo asambleario que tiene lugar en las entidades estatales de la nación, algunos podrían preguntarse por qué en este momento se le ha dado a ese convite más difusión que en ocasiones anteriores.

Una respuesta podría relacionarse con el intento del castrismo de mantener entretenidos a los trabajadores, en un instante en que la huida del país es la única opción que ocupa las mentes de muchos cubanos.

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“Elecciones” del poder popular: otra farsa del sindicalismo castrista      

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20.01.2023

LA HABANA, Cuba. — Los gobernantes cubanos son artífices en recurrir al formulismo en detrimento de las esencias. Un ejemplo fehaciente de ello lo encontramos en las elecciones del Poder Popular. La propaganda oficial insiste en que esas son las elecciones más democráticas y transparentes del mundo, cuando sabemos en realidad que nada cambia con ese remedo electoral. Qué importa si Juan o Pedro resultan elegidos a nivel de circunscripción, cuando arriba la jerarquía castrista se mantiene incólume.

Y en ese capítulo de anteponer las apariencias a lo enjundioso no podemos dejar de mencionar el supuesto poder de los trabajadores en la sociedad cubana. Se dice, entre otras figuraciones, que ellos son los dueños de los medios de producción. Por eso en el Artículo 20 de la Constitución de la República, elaborada por la cúpula del poder y aprobada tras un antidemocrático mecanismo que impidió el acceso a los medios de difusión a los que se oponían a ese documento, se lee: “Los trabajadores participan en los procesos de planificación, regulación, gestión y........

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