LA HABANA, Cuba. – Este mes, la Asamblea Nacional del Poder Popular refrendó el inmovilismo y el poder absoluto mediante la aclamación al gobernante de la Isla, Miguel Díaz-Canel, y con la maraña de leyes para supuestamente cumplir la decisión popular contenida en la Constitución de 2019.
El Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba se estima que aumentó un 2% en 2022, la mitad del proyectado por el escaso crecimiento del turismo, y para 2023 se aspira a un 3%. Los incrementos son ínfimos teniendo en cuenta que se estiman sobre los grandes decrecimientos ocurridos desde 2020. La inflación y los salarios bajos se mantendrán hasta lograr el incremento de la oferta, el control del déficit presupuestario, la disminución de los gastos de determinados sectores y el aumento de los ingresos en divisas, informó en la más reciente sesión del Parlamento el inconmovible Alejandro Gil Fernández.
Miguel Díaz-Canel pretendió mostrar sus fibras humanas para ganarse a la población, al expresar insatisfacción por no haber sido capaz de conseguir los resultados que necesita el pueblo. No obstante, la sesión televisada de la Asamblea fue poco seguida por los cubanos, descreídos y hambrientos debido a la carencia de alimentos y dinero para afrontar la inflación, y agobiados por las colas, las gruesas cuentas de la electricidad a pesar de los prolongados apagones, el escasísimo transporte, y la falta de medicinas esenciales para sobrevivir.
Para engatusar al pueblo, se declaró feriado el 3 de enero excepcionalmente, y comenzó la venta de carne de cerdo a 250 pesos la libra en piezas grandes, incosteable por gran parte de la población.
Al escuchar a Miguel Díaz-Canel decir que muchas cosas dan risa, pues las leyes sobre la soberanía alimentaria, el ganado bovino y la pesca son absurdas, ya que no se producen alimentos, los animalitos decrecen y los pescadores no pueden pescar en las aguas de su pequeño archipiélago, yo aluciné.
Esas han sido dolorosas verdades de Perogrullo para cualquier criollo con sentido común, que durante decenios emigró de sus campos, montañas, ríos y mares hacia las ciudades y el extranjero, en busca de oportunidades.
Finalmente, se reconocería la validez de los análisis y las recomendaciones del economista Oscar Espinosa Chepe, y de muchos de los 75 prisioneros de conciencia de la Primavera Negra de 2003, pensé. Justamente unos días antes de caer preso, él había escrito artículos sobre la necesaria reestructuración agraria y el libre paso a la iniciativa y la creatividad de los cubanos. Entonces lo condenaron a 20 años de prisión, después de haber sido expulsado del trabajo.
Con sus afirmaciones, el gobernante cubano se catapultó en los medios internacionales por el rapto de sinceridad o debilidad mental.
También sobresalió el llamado del primer ministro, Manuel Marrero Cruz, a romper el triángulo conformado por la necesidad, la posibilidad y la codicia, que fomentan situaciones de corrupción y delitos. Marrero destacó las Directivas Generales del Estado para el enfrentamiento a “ilegales, pillos, lumpen, vagos y corruptos”, la eliminación de los Grupos Contra Coleros y Especuladores que organizan las colas en las tiendas, así como la venta controlada por núcleos familiares en las tiendas.
También sobresalió el énfasis en continuar implementando medidas para que la empresa estatal “verdaderamente ejerza su papel como sujeto económico principal del modelo de desarrollo económico y social”.
Desde agosto de 1998, basado en las exitosas experiencias de las empresas militares, comenzó el perfeccionamiento empresarial en 1411 entidades, el cual solo se completó en 19.
Díaz-Canel concluyó su discurso clausura de la sesión al expresar: “Mis insatisfacciones son personales, reconocerlas me ayuda a visualizar los caminos para superarlas. Al bravo pueblo cubano, gratitud infinita”.
Los temas abordados por los diputados deberán analizarse puntualmente. La única certeza es que las dificultades se prolongarán, posiblemente con menos apagones y alimentos. A pesar de reconocer que los cientos de medidas aprobadas no han dado los resultados esperados, las autoridades no abren al libre ejercicio de las potencialidades de los cubanos. La miseria y la hambruna amenazan aún más a la Isla.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Mea culpa para no cambiar nada
LA HABANA, Cuba. – Este mes, la Asamblea Nacional del Poder Popular refrendó el inmovilismo y el poder absoluto mediante la aclamación al gobernante de la Isla, Miguel Díaz-Canel, y con la maraña de leyes para supuestamente cumplir la decisión popular contenida en la Constitución de 2019.
El Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba se estima que aumentó un 2% en 2022, la mitad del proyectado por el escaso crecimiento del turismo, y para 2023 se aspira a un 3%. Los incrementos son ínfimos teniendo en cuenta que se estiman sobre los grandes decrecimientos ocurridos desde 2020. La inflación y los salarios bajos se mantendrán hasta lograr el incremento de la oferta, el control del déficit presupuestario, la disminución de los gastos de determinados sectores y el aumento de los ingresos en divisas, informó en la más reciente sesión del Parlamento el inconmovible Alejandro Gil Fernández.
Miguel Díaz-Canel pretendió mostrar sus fibras humanas para ganarse a la población, al expresar insatisfacción por no haber sido capaz de conseguir los resultados que necesita el pueblo. No obstante, la sesión televisada de la Asamblea fue poco seguida por los cubanos, descreídos y hambrientos........
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