LA HABANA, Cuba. – ¿Jorrín, quién te lo iba a decir? No creo que Jorrín pensara en estampidas como las de ahora mismo, esas escapadas multitudinarias, esas evasiones que ya juntan millones y, por supuesto, no millones como la zafra del 70. Creo que en Cuba, y en los últimos 60 años, en lo único que hemos sido millonarios es en estampidas, en esas escapadas que ya suman millones. En Cuba comenzamos a ser millonarios desde Boca de Camarioca. Millones son desde entonces los que escapan.

En Cuba comenzamos a juntar millones de exiliados con la “Operación Peter Pan”, con el éxodo de cubanos huyendo del comunismo desde la costa norte de Matanzas, muy cerquita de Varadero, ese Varadero del que se dice que es el más famoso de entre todos los balnearios del mundo, lo que sin dudas es una exageración cubana de todos los tiempos, y probablemente una de las pocas que heredaron y defendieron los comunistas cubanos. Luego vendría el Mariel, y luego las estampidas tras “El Maleconazo”, y luego más, hasta llegar a hoy, que seguro será un poquito menos que mañana.

El exilio cubano, el desarraigo, podría ser comparado con el de los judíos. El exilio nos ha hecho llegar a todo el mundo, a las geografías más insospechadas. Se tienen noticias de cubanos en algunos sitios que ni siquiera aparecen en los mapas. La cartografía del exilio, esa a la que también se le podría nombrar “castografía”, tiene enormes dimensiones, y referencias a raros sitios. Hay cubanos en EE. UU. y también en Tombuctú, allá en Mali, cerquitica del río Níger.

Los cubanos estamos en todas partes. Los cubanos hemos decidido vivir en los exilios, pero el preferido es, sin dudas, Estados Unidos. Estados Unidos está en nuestros sueños, incluso en algunas pesadillas, que de “algunas” ya pasaron a ser muchas. Los cubanos sueñan con Miami, Tampa, Nueva York. Los cubanos sueñan, sueñan, y sueñan con un futuro mejor, pero desgraciadamente lo quieren lejos de Cuba, preferiblemente en Miami, aunque existan otros sitios, muchos…

Y fue el Gobierno quien propició esos primeros exilios, para adueñarse fácilmente de propiedades y tener pocos contrarios, pero jamás el exilio fue tan grande como ahora. Los exilios de hoy descongestionan y por eso resultan tan gratos al Gobierno, tan resolutivos que resultan muy parecidos a un cataplasma. No habría que ser muy inteligente para comprender la descongestión que propicia el poder. Quien se va no estará en un 11J y tampoco en un 27N. Los exilios en Cuba tienen la misma función de los calmantes, de los emolientes. Y Cuba, que alardea de su desarrollo farmacológico, apuesta mejor por las salidas para evitarse dolores de cabeza y la presencia real de aspirinas en las farmacias.

Lo malo es que quienes hacen las maletas para cruzar ríos y selvas, se preparan durante semanas para convencer luego a las autoridades estadounidenses de su “miedo creíble”, de sus participaciones en protestas y de los posteriores arrestos, encierros, multas, juicios, prisiones. Así se van los que fueron valientes y un montón de descarados, incluso agentes del MININT, y espías que podrían volver como héroes, y en pago a sus heroicidades conseguir relevantes puestos en la dirección política de una nación muy desangrada.

Mi barrio se está quedando vacío, y lo más triste es que quienes hasta hoy se fueron, ni siquiera hicieron la señal de “Patria y Vida”. Sé de gente del barrio que ni siquiera tuvo que demostrar ese “miedo creíble” para entrar a Estados Unidos, aunque prepararan el discurso. Yo mismo recibí peticiones, ofrecimientos, de algunos que antes volteaban la cara para no saludarme, y luego me preguntaron si podrían hacerse una foto conmigo, usar el nombre del periodista independiente que soy para hacer evidente la relación con un opositor y hacer, en algo, más fácil la entrada. Me negué.

Sé de alguien que acaba de entrar y no tuvo que mostrar indicios del tan socorrido “miedo creíble”, aunque lo estuvo preparando mucho, y hasta me contaron que pensó en mencionar cierta alianza conmigo, con el periodista de CubaNet, con el “gusano del barrio”. También se fue otro que me dio un abrazo de despedida y que me socorrió en difíciles momentos, pero ese no me pidió autorización para usar mi nombre, ese solo me dio el abrazo fuerte, y me dijo: “Dale una vuelta a mi jeva y a la niña”.

Sé de una mujer que está por salir a hacer la travesía, y quien es, a no dudarlo, la persona que más me acusara de ser gusano, y a voz en cuello, pero tengo la certeza de que su discurso tomará otros derroteros desde que suba al avión que la llevará a Centroamérica, y crecerá entre ríos y paisajes boscosos y coyotes. Y para cuando esté ya “por mostrarse” a las autoridades migratorias, es muy probable que luzca una licra con la bandera estadounidense, y que hasta me mencione.

Y me pregunto cómo demostrará ella su “miedo creíble”. Alguien me dijo, jocosamente, que podría evocar mi nombre asegurando que me defendió cuando un policía me ponía las esposas, cuando me empujaba para que entrara a la patrulla, y gritaba “Patria y Vida”, y que luego subió para acompañar a mi madre desconsolada y con miedo. Por eso creo que el Gobierno de Estados Unidos no está haciendo muy bien las cosas. Creo que el Gobierno de Estados Unidos debe cuidarse de quienes deja entrar, aunque lleguen enfundados en un “miedo creíble” que no se hace probar.

Y ese “entra y sale” de cubanos propiciará también que la más alta estructura del poder cubano infiltre a un montón de espías, y no a cinco, dino más bien a miles. El Gobierno cubano está garantizando su futuro. El Gobierno cubano está cuidando el futuro de sus ingresos; cada uno de esos cubanos que hoy cruzan selvas y entran finalmente a Estados Unidos, mandará dinero luego, que irá a engrosar las arcas del Estado. Muchos de esos cubanos armarán redes que podrían ser “Avispa”, “Abeja”, “Zunzún”, “Colibrí”, y hasta una red de comunistas gais.

Si algo sabe hacer bien Cuba es espiar. No olvidemos que los rusos hicieron muy bien su trabajo. Y por eso tengo el atrevimiento de recomendar al gobierno de los Estados Unidos que sea muy cauteloso y que no deje tan abiertas las puertas de su casa. Mi madre recomendaba que lo mejor era “cada cual en su casa”, y eso siempre le dio muy buenos resultados, pero la Cuba de los Castro seguirá propiciando esos exilios que descongestionan y llenan las arcas comunistas.

El miedo creíble no se dilucida en unos minutos brevísimos. Quien ha recorrido selvas y cruzado ríos, quien llega extenuado tras la enorme travesía, casi siempre tiene la apariencia de un héroe, de casi un mártir. Quien pasó días y noches caminando y con hambre se convierte en la viva estampa de la miseria, se parece mucho al perseguido aunque sea un consumado perseguidor. Vivir para ver. Ya veremos en la televisión a nuevos héroes. Ya veremos otra vez en el barrio a los que hoy esgrimen sus miedos. Ya los veremos usando el pretexto de un reencuentro con la familia y la patria, sin reconocer que cargan también el sustento del poder comunista.

El miedo es también ficción, y desde hace mucho tiempo. Bastaría con ver unas cuantas escenas de terror, que abundan en la vida cubana, y ya no en el cine porque ya no hay cines en Cuba. En Cuba se reconoce un terror real, pero no lo viven todos. En Cuba, algunos de esos miedos no son más que falacias, pero pueden ser muy útiles para hacer creer lo que no es, eso que es inventado, teatralizado.

Los miedos falsos y las falacias pueden ser fácilmente descubiertos. El mentiroso, también el oportunista, tiene un discurso repleto de anfibologías, y es impreciso, es muy oscuro, y malicioso. Los tantísimos retruécanos por los que se adentra el mentiroso lo llevan a contradecirse en un careo. Sus peroratas para convencer dejan a la vista sus zonas más oscuras llenas de tergiversaciones. Muchos cubanos llegaron ya, y bailando chachachá. Esos bailadores de chachachá son mentirosos y extremadamente evasivos, aunque se propongan lo contrario, y todo porque tienen mucho miedo a ser descubiertos.

Y sería muy bueno prestar atención a quienes llegan cansados, abrumados, despojados de todo lo que traían consigo, para relatar sus desgracias en la travesía, los peligros de un regreso a la Isla, y hasta lloran, suplican, y evocan a la familia, pero son de mentiritas, y un vientecillo leve les hace caer al suelo. Muchos podrían ser agentes de la Seguridad del Estado, y con cierto entrenamiento para hacer creer que sus vidas corren gran peligro en la Isla. Yo, que vivo en esta Isla, soy tremendamente desconfiado, y me parece triste que tantos chivatos desalmados estén entrando cada día a Estados Unidos, en lugar de pagar por lo que han hecho. Recordemos esa escena de “Plantados” en el que un preso de Castro descubre en Estados Unidos a su torturador. No permitamos sus impunidades, ni que bailen chachachá en Miami…

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Los cubanos llegaron bailando chachachá

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18.11.2022

LA HABANA, Cuba. – ¿Jorrín, quién te lo iba a decir? No creo que Jorrín pensara en estampidas como las de ahora mismo, esas escapadas multitudinarias, esas evasiones que ya juntan millones y, por supuesto, no millones como la zafra del 70. Creo que en Cuba, y en los últimos 60 años, en lo único que hemos sido millonarios es en estampidas, en esas escapadas que ya suman millones. En Cuba comenzamos a ser millonarios desde Boca de Camarioca. Millones son desde entonces los que escapan.

En Cuba comenzamos a juntar millones de exiliados con la “Operación Peter Pan”, con el éxodo de cubanos huyendo del comunismo desde la costa norte de Matanzas, muy cerquita de Varadero, ese Varadero del que se dice que es el más famoso de entre todos los balnearios del mundo, lo que sin dudas es una exageración cubana de todos los tiempos, y probablemente una de las pocas que heredaron y defendieron los comunistas cubanos. Luego vendría el Mariel, y luego las estampidas tras “El Maleconazo”, y luego más, hasta llegar a hoy, que seguro será un poquito menos que mañana.

El exilio cubano, el desarraigo, podría ser comparado con el de los judíos. El exilio nos ha hecho llegar a todo el mundo, a las geografías más insospechadas. Se tienen noticias de cubanos en algunos sitios que ni siquiera aparecen en los mapas. La cartografía del exilio, esa a la que también se le podría nombrar “castografía”, tiene enormes dimensiones, y referencias a raros sitios. Hay cubanos en EE. UU. y también en Tombuctú, allá en Mali, cerquitica del río Níger.

Los cubanos estamos en todas partes. Los cubanos hemos decidido vivir en los exilios, pero el preferido es, sin dudas, Estados Unidos. Estados Unidos está en nuestros sueños, incluso en algunas pesadillas, que de “algunas” ya pasaron a ser muchas. Los cubanos sueñan con Miami, Tampa, Nueva York. Los cubanos sueñan, sueñan, y sueñan con un futuro mejor, pero desgraciadamente lo quieren lejos de Cuba, preferiblemente en Miami, aunque existan otros sitios, muchos…

Y fue el Gobierno quien propició esos primeros exilios, para adueñarse fácilmente de propiedades y tener pocos contrarios, pero jamás el exilio fue tan grande como ahora. Los exilios de hoy descongestionan y por eso resultan tan gratos al Gobierno, tan resolutivos que resultan muy parecidos a un cataplasma. No habría que........

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