LA HABANA, Cuba. – Se fue Milton, ya no desanda el mar ni la tierra ese huracán con nombre de poeta. Ya se fue Milton dejando devastación y podredumbre en cada uno de los sitios por los que pasó. Ya no se perciben las fuerzas de sus vientos ni sus furias, y también se asfixiaron las lluvias tan intensas. El mar volvió a la calma, pero lo más probable es que el recuerdo de su saña persista durante muchos años en la memoria colectiva.
Ya se apagó aquel huracán que exhibiera nombre de poeta. Milton está sofocado y en la historia, y lo más probable es que persista por mucho tiempo en el recuerdo, incluso en el imaginario de quienes no confrontaron la fortaleza de sus vientos. Ya está volviendo la calma a los territorios abusados, y las aguas comienzan a tomar sus niveles habituales.
Milton fue devastación y fue quebranto, y es probable que los ojos que le miraron reconocieran en él al mismísimo centro del infierno. Y no dudo que las almas más ilustradas se pusieran a evocar, y sin remilgos El paraíso perdido, ese que Milton nos legó, como también es probable que nos pusiera frente a otro de los paraísos perdidos, frente a un infierno aborrecible.
Y tras la calma reaparecen desastres más terribles que el huracán y el terremoto, más que ese Milton que convocó a todas las fuerzas del viento y también del mar, pero es casi seguro que esos estropicios se borren sin muchas dilaciones y den paso a un paisaje recobrado, sin esas “listas de espera” que duran años, eternidades, porvenires,........