LA HABANA, Cuba. — La Unión Europea (UE) donará un millón de euros al gobierno cubano para hacer frente a los daños ocasionados por el huracán Ian, que azotó la Isla el pasado mes de septiembre. La “generosidad” del bloque ya está dando de qué hablar entre quienes opinan que el régimen no debe recibir ni un centavo de los gobiernos democráticos, pues la mayor parte de las ayudas monetarias o en especies van a parar a las tiendas en moneda libremente convertible, las plataformas online que comercializan productos en dólares, o a las despensas y cuentas privadas de quienes reparten la plata sin dar explicaciones.
La rapiña del castrismo a costa del sufrimiento de los cubanos y la buena voluntad de otros países es conocida, por tanto es difícil entender la insistencia en proporcionarle dinero a un gabinete de ladrones. Tienen razón quienes critican a la Unión Europea, pero dejando de lado el ofuscamiento, un millón de euros es apenas una propina para un país que ya estaba arrasado antes del paso de Ian. Tan inútil como un parche sobre una hemorragia, esa suma no servirá para rehabilitar las 12 000 hectáreas de tierras afectadas por el fenómeno meteorológico ni costear una reparación capital y duradera del sistema energético nacional.
El donativo en cuestión es en realidad una palmadita en la espalda, un gesto amable para que no se diga que el bloque europeo, al que le espera un invierno conflictivo gracias a la guerra en Ucrania, no ayudó a la islita del Caribe cuyo gobierno ahora mismo debe tener a todos sus diplomáticos, en todos los rincones del planeta, mendigando créditos y cooperación para mantener la chalupa a flote.
Las naciones europeas no pueden darse el lujo de soltar millardos en el pozo sin fondo del feudo comunista; pero con el millón donado es posible construir un buen número de casas para las familias que antes del huracán ya vivían en condiciones precarias, y ahora habitan en bajareques de guano y juncos amarrados sin alimentos, ropas ni medicinas, aplastadas bajo el doble peso de la tragedia y la miseria que se traga al país.
Un millón de euros en manos de un equipo capaz podría dar resultados óptimos; pero en el caso de Cuba irán a parar a los recovecos de la burocracia y la corrupción. Las autoridades construirán, si acaso, un par de viviendas de concreto con cubierta ligera, realizarán el acto revolucionario de turno con fotos para que el donante pueda apreciar lo bien que se invirtió su dinero, y nadie irá a San Luis o San Juan y Martínez para verificar cuántas familias fueron realmente beneficiadas por una suma que salió del bolsillo de los contribuyentes europeos.
No obstante, los poquitos de ayuda que emergen aquí o allá, el recelo por parte de las naciones libres aumenta en la medida que la represión desatada por Miguel Díaz-Canel se torna más difícil de ocultar. Algunos funcionarios de la eurozona insisten en mantener el Acuerdo de Diálogo Político, a pesar de que ese documento ha sido letra muerta desde el momento mismo en que fue redactado. Ellos apuestan por mantener abierto ese canal, pero a la vez entienden que el castrismo va en caída libre. No vale la pena mostrarse muy comprometidos con una dictadura que tiene los días contados y para colmo está a punto de enfrentar una demanda por impago a varios acreedores.
Si la prioridad es ayudar al pueblo cubano, el mejor modo sería a través de ONGs independientes que acudan a los lugares más críticos y hagan lo necesario, familia por familia. Entregarle el dinero al régimen y desentenderse de su inversión es abandonar a los damnificados, quienes, además, de haber caído por debajo del umbral de la pobreza extrema, tendrán que pagar por los materiales de construcción en un contexto de desabastecimiento, hiperinflación y dolarización solapada de la economía nacional.
Mientras la prensa oficial se enreda en su politiquería triunfalista, resaltando la solidaridad mostrada por “países hermanos”, grupos de emigrados cubanos se han dedicado a recolectar alimentos, medicina, ropa y calzado para auxiliar a quienes lo perdieron todo. Trabajando sin descanso, dentro y fuera de Cuba, han practicado el más genuino altruismo y lo han hecho en silencio, enfocados en lo único que verdaderamente importa: socorrer, alentar, sanar, recomponer donde sea posible, porque la magnitud del desastre es abrumadora.
Sobre esos cubanos buenos, que han asistido a sus compatriotas sin plegar su causa a ninguna agenda política, no se habla en los medios oficiales de comunicación. Simplemente no existen. Sus acciones no cuentan para una dictadura que no dudaría en sacrificar al pueblo entero antes que reconocer el esfuerzo de los “contrarrevolucionarios”.
Es una desvergüenza pedir ayuda a gobiernos extranjeros a la par que se desconoce, malintencionadamente, la labor humanitaria de estos cubanos. Aún con el país deshecho, resulta lamentable la soberbia de quienes declaran una y otra vez estar dispuestos a dialogar con Estados Unidos sobre la base del respeto mutuo, mientras responden a palos las demandas pacíficas de sus propios ciudadanos. Para un régimen tan vil y violento, ni préstamos, ni limosnas.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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LA HABANA, Cuba. — La Unión Europea (UE) donará un millón de euros al gobierno cubano para hacer frente a los daños ocasionados por el huracán Ian, que azotó la Isla el pasado mes de septiembre. La “generosidad” del bloque ya está dando de qué hablar entre quienes opinan que el régimen no debe recibir ni un centavo de los gobiernos democráticos, pues la mayor parte de las ayudas monetarias o en especies van a parar a las tiendas en moneda libremente convertible, las plataformas online que comercializan productos en dólares, o a las despensas y cuentas privadas de quienes reparten la plata sin dar explicaciones.
La rapiña del castrismo a costa del sufrimiento de los cubanos y la buena voluntad de otros países es conocida, por tanto es difícil entender la insistencia en proporcionarle dinero a un gabinete de ladrones. Tienen razón quienes critican a la Unión Europea, pero dejando de lado el ofuscamiento, un millón de euros es apenas una propina para un país que ya estaba arrasado antes del paso de Ian. Tan inútil como un parche sobre una hemorragia, esa suma no servirá para rehabilitar las 12 000 hectáreas de tierras afectadas por el fenómeno meteorológico ni costear una reparación capital y duradera del sistema energético nacional.
El donativo en cuestión es en realidad una palmadita en la espalda, un gesto amable para que no se diga que el bloque europeo, al que le espera un........
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