LA HABANA, Cuba.- “¡Hasta que la cola no se organice, la guagua no va a avanzar!”. Así gritaba un inspector del transporte público ayer, a las tres de la tarde, en la primera parada de la ruta P7, que cubre el trayecto Habana-Cotorro. En la acera, una multitud de personas que llevaba horas esperando el ómnibus, ni siquiera se inmutó. Esa advertencia solía ser efectiva en otros tiempos, pero de unos años hacia acá, a la gente le da igual lo que digan los inspectores. Si el ómnibus no se mueve, lo esperan hasta que lo haga. Si amaga con irse vacío, se cuelan por las ventanillas o abren las puertas a viva fuerza, obligando al chofer a detenerse. Sabe que si un pasajero, por desgracia, cae debajo de una goma, le esperarán muchos años de cárcel.
Dentro del carro, el conductor encendió un cigarro y se acomodó en su asiento. No hay prisa. El inspector siguió tratando de convencer a las personas para que se organizaran, pero la cola respondió en sentido contrario. La gente, que ya estaba incómoda, arremetió contra él. Lo más suave que le gritaron fue “descarao”.
El mismo problema de siempre: no hay transporte porque no hay combustible y el parque automotor está en vías de aniquilación. Es la crisis que todos conocemos, pero agravada en estos días por la........