Elecciones en Venezuela: La dictadura con disfraz de democracia

PUERTO PADRE, Cuba.- Confieso que fui iluso, sí, ingenuo. Y en mi caso el exceso de confianza es peligroso por desmemoria, porque desde muy chico ya mi padre me había advertido: “El camino más corto para llegar a la derrota es menospreciar las fuerzas de tu contrincante.” Pero el pasado jueves, olvidado del sabio consejo de mi padre, a dos amigos dije: “Maduro es un bravucón de quincalla… Vamos a ganar en Venezuela. Por el bien de ellos y por el bien de Cuba y de América”.

“Esperemos entonces… y que esos millones de venezolanos salgan a votar en su contra”, respondió mi joven editora, pero Tommy, un periodista cujeado en el oficio de auscultar maleantes, me dio la callada por respuesta. ¡Cuán atinado fue el silencio de Tomás! No. Nicolás Maduro no es un bravucón de quincalla, según dije, y según demostró ayer, Maduro es un bravucón, sí, pero no es el mero objeto en un estante de baratijas, sino que es el dueño de la quincalla en que el castro-chavismo transformó a Venezuela.

Y, bueno hubiera sido si el único iluso hubiera sido yo, pero se da el caso que como yo, hemos sido millones de personas en todo el mundo los engañados, al creer, como creímos, que Nicolás Maduro respetaría el voto del pueblo venezolano, ¡y nada menos…!, en unas “elecciones” convocadas en el 70 cumpleaños de Hugo Chávez, por lo que cabe preguntar: ¿Alguien en su sano........

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