LAS TUNAS, Cuba. — Cual categoría cívica, considerando la miseria nacional, la descapitalización de la fuerza de trabajo, el envejecimiento poblacional y el efecto bumerang de la migración sobre la economía de un país cada vez más pobre, es útil preguntar: ¿Qué calidad posee el capital humano del pueblo cubano que, en 121 años de nación independiente, no ha conseguido ejercitar sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y, en suma, los derechos humanos todos, en una verdadera república democrática?

Salvo honrosas excepciones de valor ciudadano, Cuba ha tolerado dos regímenes autoritarios y 64 años de totalitarismo, durante los cuales ha visto morir o envejecer a dictadores que han traspasado la administración del Estado a otros autócratas, como si de una finca rústica se tratara. A lo largo de más de seis décadas, la dictadura castrocomunista ha contado con la anuencia ovejuna -entiéndase servil e hipócrita- de un montón de cubanos que se hacen llamar “compatriotas” de una isla inmerecidamente llamada nación “libre”.

Cuba vivió la dictadura de Gerardo Machado en los años ’30 del pasado siglo, la de Fulgencio Batista en los años ’50, y, transcurridos ya veintitrés años del siglo XXI, la dictadura instaurada por Fidel Castro el 1ro. de enero de 1959, hoy es continuada por su hermano Raúl valiéndose de Miguel Díaz-Canel, un administrador anodino que ni siquiera formaba parte de los posibles candidatos a sucesores del poder, que luego fueron defenestrados. A la fecha, no se puede predecir objetivamente hasta cuándo perdurará la eufemísticamente llamada “dictadura del proletariado”, una prosaica dictadura militar, de partido único, de buscavidas, vividores y arribistas.

Cabe preguntarse: ¿Por qué la dictadura castrocomunista se prolonga ya por 64 años sin avizorarse su fin a corto plazo?

Ciertamente, el monopolio del Estado sobre los medios fundamentales de producción, empresas exportadoras e importadoras, de servicios médicos, turismo y toda la actividad económica y financiera -aun en condiciones precarias-, basta para mantener las dos columnas fundamentales del régimen: el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) y el Ministerio del Interior (MININT). Ambos cuentan en su misión, ya sea de control social o represiva, con el Partido Comunista de Cuba (PCC) como un eficiente programador, con un jefe para el trabajo “político” en todas sus unidades.

Pero también hay algo cierto: el PCC, el MINFAR y el MININT juntos, con Díaz-Canel, los generales y jefes del “trabajo político” arengando a soldados y policías, no podrán con los cubanos el día que éstos, dejando a un lado el choteo, se tomen en serio como seres humanos, responsables de sí mismos, de sus seres queridos y de su entorno. Lo bonito del caso, como decía mi padre, es que para ser serios y responsables de sus actos frente a la dictadura, las personas no tienen que hacer, sino dejar de hacer.

El castrismo conoce bien el poder demoledor de las huelgas pacíficas, de esas en las que nadie hace nada, quedándose en sus casas de brazos cruzados. Lastimosamente eso no ocurrirá en Cuba, son muchas las objeciones, los pretextos para tener “miedo”, aplaudir a los comisarios del PCC o exiliarse en Miami. Sin embargo, la realidad es una: “nuestro pueblo se alimenta demasiado de imaginaciones”, y no lo digo ahora yo, lo dijo Jorge Mañach en su libro “Para una filosofía de la vida”, publicado en La Habana por la Editorial LEX, en abril de 1951.

“… y nuestro pueblo se alimenta demasiado de imaginaciones y anda expuesto de continuo al engaño y la mentira, que le bajan a menudo de los planos rectores de la vida pública… Porque Cuba, como el mundo todo, está hoy soliviantada de dogmatismos hostiles a toda convivencia intelectual y aun social, y si algo da el espíritu filosófico es un profundo respeto al derecho ajeno de pensar distinto, que es la médula misma de la democracia.”

Mucho antes, en una conferencia a principios de los años ’30, que luego cobraría vida propia en el internacionalmente difundido ensayo “Indagación del choteo”, Mañach sostiene que la chota, la burla, es el ingrediente sustancial de la cultura cubana; pero al ser el choteo descreimiento, el choteador termina siendo nihilista, un descreído. Según el ensayista, el cubano es infantil -neurótico diría yo- porque vive la ilusión de que el mundo entero está en contra nuestra, sin mirar la realidad, que son nuestros propios desencuentros.

El Doctor Jorge Mañach, graduado de Harvard, jurista, periodista, filósofo, constituyente de la Carta Magna de 1940 y ex senador, observaba que los cubanos somos ligeros, impresionables, jocundos y melancólicos, lo cual “son cualidades positivas de nuestro carácter”, decía; pero a la vez acusaba lo que ha permitido, durante más de sesenta años, la permanencia del castrocomunismo en el poder: nuestra falta de disposición colectiva para defender valores genuinos. Y así es, en mi opinión, como se desvanece el “orgullo cubano”, sin defender la libertad frente a la dictadura.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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QOSHE - Del choteo al orgullo cubano en dictadura - Alberto Méndez Castelló
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Del choteo al orgullo cubano en dictadura

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27.01.2023

LAS TUNAS, Cuba. — Cual categoría cívica, considerando la miseria nacional, la descapitalización de la fuerza de trabajo, el envejecimiento poblacional y el efecto bumerang de la migración sobre la economía de un país cada vez más pobre, es útil preguntar: ¿Qué calidad posee el capital humano del pueblo cubano que, en 121 años de nación independiente, no ha conseguido ejercitar sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y, en suma, los derechos humanos todos, en una verdadera república democrática?

Salvo honrosas excepciones de valor ciudadano, Cuba ha tolerado dos regímenes autoritarios y 64 años de totalitarismo, durante los cuales ha visto morir o envejecer a dictadores que han traspasado la administración del Estado a otros autócratas, como si de una finca rústica se tratara. A lo largo de más de seis décadas, la dictadura castrocomunista ha contado con la anuencia ovejuna -entiéndase servil e hipócrita- de un montón de cubanos que se hacen llamar “compatriotas” de una isla inmerecidamente llamada nación “libre”.

Cuba vivió la dictadura de Gerardo Machado en los años ’30 del pasado siglo, la de Fulgencio Batista en los años ’50, y, transcurridos ya veintitrés años del siglo XXI, la dictadura instaurada por Fidel Castro el 1ro. de enero de 1959, hoy es........

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