Este sábado mi hija cumplirá cinco años. En unos meses, su hermano tendrá cuatro. Percibo que entramos a otra etapa, lo siento en el tiempo que dedican a ver películas y a jugar, sin buscarme; en las conversaciones que tenemos; en las preguntas que hacen.
Crecen y mi maternidad deja, poco a poco, esa etapa inicial de ofuscación, confusiones y maravilla descontrolada. Vamos creciendo juntos, entiendo mejor sus necesidades y mis falencias; en muchos temas complejos puedo darles explicaciones. Sigue siendo una aventura, pero teñida de más madurez y sosiego.
Sin embargo, una lectura reciente me hizo volver a aquella tormenta inicial, a los miedos del embarazo, al posparto y a la sensación de no saber quién era yo; y, sobre todo, a la interrogante perenne de si a otras madres les había pasado como a mí: estar ante un proceso........