Acabo de salir de mi séptimo retiro de silencio con la fundación El Arte de Vivir y ya doy como ciencia constituida que cuando la gente no puede hablar del tiempo o los precios ni andar buceando en las redes, lo primero que le viene a la mente para entretenerse es el sexo.
Aclaro: en los retiros no se practica sexo (no en estos a los que voy, al menos), pero se puede preguntar al instructor de cualquier tema humano o divino, y por lo general, de cinco papelitos que llegan a la canasta uno o dos tratan sobre obsesiones con el sexo, o dudas sobre identidad de género, problemas con la pareja y la familia, falta de cariño, exceso de receptividad…
Como los instructores son muy simpáticos y tienen tremenda tabla, suelen abordar o esquivar con elegancia esas trabas en el camino de la espiritualidad (¡a estas alturas!) de algunos recién iniciados en el yoga.
Algunos y algunas, aclaro, porque esta vez éramos 36 en el curso, pero cuando se leyó la pregunta sobre cuánto sexo es demasiado sexo, la mayoría de las mujeres miraron a uno de los tres varones, el más joven, quien se puso de un rojo sonriente que lo hacía parecer el candidato perfecto, y en su compromiso de mantenerse callado los tres días no se........