Nombre propio

Le debo una crónica a una amiga del wasa de Senti2. Hace como tres meses, si soy justa. Se la merece porque resistió el chucho de Jorge durante toda una mañana, y cada vez que coinciden pone carita de “¡Allá va eso otra vez!”.

El reprendimiento jocoso es por el nombre de la muchacha, que no tiene nada de raro o inusual, pero se me ocurrió contarle que su mamá quería otro, sacado de una novela de su juventud, y el humorista no me dio tiempo a explicar por qué la inscribieron con uno parecido y no el deseado.

Con decirles que se pasó ocho de los once kilómetros que pedaleamos hasta Santa María del Rosario aquel día haciéndome toda una versión verbidramatizada del momento de llevar a la niña ante el Registro Civil, y de ahí derivamos a cómo la burocracia se ceba en algunas criaturas y les endilga un patronímico que no era el acordado en familia, a veces por impronunciable o impúdico.

¡Y lo difícil que es llegar a esos consensos sin herir sentimientos, sobre todo de tías, abuelas, madrinas y sus variantes........

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