Las brigadas José Martí de Instructores de arte se crearon en un momento en el cual el país requería de un renacimiento espiritual. Fue el punto cultural en una serie de transformaciones que llevaron a las regiones más apartadas y a los sectores más vulnerables la magia de la belleza.
En ese punto, no solo hay que hablar de los instructores como maestros, sino como hacedores de la maravilla de la creación ya que su obra era en efecto esa humanidad irradiante, ese brillo que había en los ojos de los niños cuando tomaban un pincel en sus manos o tocaban guitarra. Y es que a esas regiones desde hacía tiempo no entraba nada que equivaliera a algo por encima de lo más elemental o de la belleza silenciosa del campo.
Esa inmensidad de la obra de los instructores fue acompañada del espíritu de sacrificio de los muchachos que estaba en las brigadas y que dieron el máximo en que las cuestiones del arte fuesen entendidas. De esas jornadas salieron no pocos creadores que luego resultaron en joyas de la cultura cubana. Es decir, que las inversiones en esa materia dan frutos, humanizan a las personas, las llevan a un estadio en el cual nada de lo que resulta dañino y baladí pudiera hacer raíces.
Es mucho lo que se........