En mis 72 años he sido impactado por unas personas que disfrutan hasta las pequeñeces de la cotidianeidad, otras que se paralizan ante los más insignificantes contratiempos o sufren problemas que tienen que ver muy poco con ellas; en fin, hay de todo.
Recuerdo que cuando tenía 16 años, le dije a Argelio Morales en 1968 que era un viejo, y esperó pacientemente para preguntar en 1984 si yo tenía 32 años y luego soltar lentamente: “entonces eres un viejo porque esa era la edad que yo tenía aquella vez que me calificaste de viejo.”
Tampoco olvido una llamada telefónica de Pedro Hernández: Oye, tú, te llamo para despedirme porque me dijeron que tengo una cosa mala y me voy a morir pronto, pero no te preocupes que voy a vivir bien lo que me queda.
También son inolvidables las aclaraciones de Carlota Guillot en 1979 cuando le decíamos........