Del Caribe al Mediterráneo, dos orígenes, un mismo fuego

José María Heredia nació en Santiago de Cuba en 1803, donde el mar del Caribe golpea la costa y las montañas se alzan como murallas naturales que parecen proteger la indómita ciudad oriental. Aprendió a observar el mundo con una mezcla de asombro y desgarro, Cuba fue su cuna y también su herida. La amó con tanta pasión que el destierro la volvió eterna en su memoria. Su vida estuvo marcada por la persecución política y el exilio lo llevó a Estados Unidos y México, donde siempre sintió que vivía entre dos mundos, el de su lejana Cuba y el de su presente obligado.

Heredia murió joven, en México, a los 36 años en 1839. Su corazón, que tanto había amado y añorado a Cuba, se detuvo lejos de su Santiago, pero su poesía quedó intacta, como un eco que todavía recorre los ríos, las montañas y las cataratas que lo inspiraron.

Esa emoción se desborda en “Niágara”, cuando el poeta contempla la catarata y siente que su alma tiembla ante lo inmenso:

“¡Templad mi lira, dádmela, que siento

en mi alma estremecida y agitada

arder la inspiración!”

Muy........

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