El abrazo que ningún huracán se llevará

Dentro de su casa, Alexei va de un lugar a otro. Revisa los equipos electrodomésticos, que logró rescatar del agua y el fango. Todavía no ha podido probarlos, porque la zona donde vive, en el municipio guantanamero de Imías, no tiene electricidad siete días después del paso del huracán Oscar.

Afuera Mariana, una señora de pelo blanco, lava con fuerza y enseña una blusa, que fue blanca, pero que quizá nunca vuelva a ser igual.

Alexei, un joven de mediana estatura y hablar pausado, es artista visual y quiere volver a tener pinceles y pintura, para terminar algunas obras que dejó inconclusas y comenzar otras, porque la vida también es eso, terminar sueños e iniciar otros.

Nos cuenta que el primer día después del huracán estaba con el ánimo en el suelo, pero han sido tantas las muestras de cariño y ayuda, que ya se reactivó y va sin miedo para alante. Está más tranquilo, porque desde antes de las lluvias llevó a su hijo para la casa de los abuelos, donde no hubo daños.

Su vivienda ahora mismo está llena de jóvenes creadores de la Asociación Hermanos Saíz, que vinimos con donaciones y para ayudar en lo que sea.

Mariana sigue en lo suyo, y también hace sus anécdotas, en especial de cuando la tuvieron que sacar de la casa, porque la inundación ya era grande.

«El río nunca había crecido tanto», repite una y otra vez, «nunca tanto», y mira a dos adolescentes que son gemelas. Otras personas se van sumando.

Un........

© Cubadebate