El coste ecológico de la guerra en el sur del Líbano

En paralelo a la guerra de desgaste entre la milicia libanesa Hezbolá e Israel en el límite entre ambos territorios, hay otra batalla tóxica que libran las llamas: miles de hectáreas han sido devoradas por incendios, provocados o resultado de los misiles, en una zona donde la mayor parte de la población vive de la agricultura. En el perímetro que rodea la parte libanesa de la frontera, Israel juega con los límites ambiguos del Derecho Internacional arrojando de manera indiscriminada bombas incendiarias de fósforo blanco. El objetivo: hacer inhabitable el sur del Líbano.

“Es el momento de que el Líbano arda”, lanzaba el ultraderechista Ben-Gvir, ministro israelí de Seguridad Nacional, a principios de junio. Sus amenazas llegaban mientras mil hectáreas de bosque en el norte de Israel, según autoridades locales, sucumbían bajo fuego provocado por misiles de Hezbolá. La milicia había advertido de que contestaría con la misma estrategia que Israel llevaba utilizando desde el comienzo de la guerra en octubre: la de tierra quemada.

Las cifras, sin embargo, no son exactas en una guerra que sigue aumentando intensidad y con muchas zonas todavía inaccesibles. Según los últimos datos de junio del Consejo Nacional de Investigación Científica (CNIC), el organismo público de estadística libanés, la superficie quemada en el sur del Líbano es de 1.700 hectáreas, entre reservas naturales y cultivos agrícolas. Sin embargo, el medio israelí Haaretz, basándose en imágenes aéreas, aumenta hasta las 6.000. Del lado israelí esta misma fuente habla de en torno a las 15.000 hectáreas dañadas.

Parte de los bosques del norte de Israel han sido reforestados con coníferas europeas que arden más rápido, explica a CTXT Abbas Baalbaki, investigador en la Universidad Americana de Beirut y miembro de la organización Green Southerners (‘Sureños verdes’) quien se muestra escéptico con los números. Con una tecnología de extinción más avanzada que los servicios de emergencia libaneses, los expertos destacan la intencionalidad y el uso de armas pesadas por parte de Israel en una estrategia que sus propios cargos militares reconocen: se trata de “crear una distancia segura que no permita a Hezbolá utilizar el terreno”, decía a medios hebreos un reservista del Ejército israelí.

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