Debería ser muy pequeño, incomprensiblemente pequeño, tal vez tendría menos de dos años, incluso. Me recuerdo sin rostro, como todos nos recordamos en el pasado y nos presagiamos en el futuro. Por lo que sea, estuvimos horas fuera de casa, almacenados, para no estorbar unos laboriosos preparativos en casa, en la que se gestaba un gran evento, del cual nuestros abuelos no dejaron de hablarnos en ningún instante. Recuerdo la casa de los abuelos, su oscuridad, sus techos altos, y los agujeros en la pared fabricados por los ratones. Recuerdo que estuve horas enteras poniendo queso ante uno de esos agujeros, con la esperanza de que saliera el ratón que lo habitaba y hablar con él, decirle mi nombre, hacernos amigos para siempre, de manera que nuestros hijos jugaran juntos, mil años después. Finalmente, se nos agarró de la mano y se nos llevó a nuestra casa. Era de noche, y fuimos cantando y noté que todos éramos felices por el hecho de estar juntos. No tengo........