La ciencia está comiendo terreno a las Humanidades en este fin de época. Por ejemplo, ha dado la respuesta a dos de las grandes preguntas eternas de la filosofía: ¿quienes somos?, ¿de dónde venimos? Sea lo que sea que seamos –carecemos de definición como especie; no sabemos lo que somos; solo en ocasiones sabemos lo que no somos–, somos y provenimos del Homo Erectus. La evolución no es lineal, no es un árbol, es una suerte de arbusto desordenado, y el Homo Erectus parece ser una rama próxima a la nuestra. El primer homo en dominar el fuego es el primero de nosotros. O, al menos, es el primer cuerpo parecido al nuestro, al punto que, si viéramos un Erectus, no dudaríamos de su humanidad, de su igualdad. Carecía del vientre descomunal, inhumano, de los primates vegetarianos, y sus brazos y piernas no tenían una lógica simiesca, sino que mantenían nuestra proporción. La gran variación respecto a nosotros sucedía en su cabeza. El volumen de su cerebro era menor que el nuestro, y la estructura, la gramática de su cráneo, era muy diferente a la nuestra. Se ha encontrado un esqueleto casi entero.........