De Auschwitz a Gaza, con escala en La Haya

Benjamin Netanyahu no viajará a Polonia el mes que viene para asistir a la principal ceremonia que marca el octogésimo aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, ante la preocupación de que pueda ser detenido sobre la base de la orden de arresto que emitió contra él el Tribunal Penal Internacional de La Haya.

Esa amarga y no tan sutil ironía de la Historia ofrece una perspectiva surrealista que hasta ahora era casi inimaginable: basta con imaginar al primer ministro aterrizando en Cracovia, llegando a la entrada principal de Auschwitz y siendo detenido por la policía polaca en la puerta, bajo el lema “Arbeit macht frei” (“El trabajo os hará libres”); basta con considerar que, de todas las figuras y países, es al primer ministro de Israel a quien se le impide asistir al homenaje a los miembros de su pueblo debido a la amenaza del derecho internacional que se cierne sobre su cabeza. El canciller alemán, sí; Netanyahu, no.

Hace ochenta años, cuando Auschwitz fue liberado, esa situación habría sonado como la mayor locura imaginable. Pero ya no. Hace ochenta años, a los judíos se les dio a elegir entre dos legados: que los judíos nunca más volvieran a enfrentarse a un peligro semejante, o que nunca más nadie en el mundo volviera a........

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