¿Sueñan los jueces con ovejas golpistas?

Cuando la derecha española comprobó hace dos veranos en las urnas que su desfachatez pesaba aún más que las enormes ventajas de tener al árbitro comprado –medios de comunicación, empresarios y jueces–, ese busto viviente que es José María Aznar decidió mover la zona de mármol que dibuja su labio inferior para lanzar un enigmático mensaje –quien pueda hacer, que haga– que todos entendimos sin enigma alguno: el que pueda, que ponga zancadillas a la voluntad democrática. Siguiendo el consejo del hombrecillo, quien pudo hizo lo que buenamente pudo. Los medios, que poco más podían hacer porque llevaban ya años criminalizando a un gobierno democrático, siguieron haciéndolo; los empresarios siguieron recogiendo beneficios sin dejar de anunciar nuevos fines del mundo ante cada avance de los trabajadores; y los jueces, que recibieron las palabras de Aznar como una circular interna, decidieron destrozar definitivamente el prestigio y la credibilidad de su oficio a cambio de unos cuantos titulares de prensa que ya no provocaban el daño esperado. Un drama.

Feijóo, que poco puede hacer el hombre excepto tratar de evitar que Ayuso le mueva demasiado la silla, anda escandalizado estos días porque jamás en la historia de España un presidente del gobierno se vio salpicado por tantísimos casos de corrupción. Razón no le falta, como tampoco le faltaba al capitán Renault en Casablanca: qué escándalo, aquí se juega. La actividad judicial en torno a la familia de Pedro Sánchez es diaria, como años atrás lo fue en el entorno de Podemos –sin que Sánchez se quejase por ello. A la imputación de la esposa del presidente por no se sabe aún bien........

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