Escribe Roland Barthes en El susurro del lenguaje que “leer levantando la cabeza” es una forma particular de aprehender un texto, de hacerlo propio a través del flujo de ideas que este va haciendo aflorar en la mente de quien lo está leyendo y que construyen lo que él denomina “texto-lectura”. Hay tantos textos-lectura posibles como leyentes. Y no solo. Hay tantos textos-lectura posibles como momentos lectores, puesto que una misma obra puede construir caminos cognitivos muy diferentes según el momento vital en el que se lea (o relea).
Acudo al concepto de levantar la cabeza, también, como práctica física. Como expresión corporal del orgullo de clase. Contra las opresiones kinésicas de la pequeñez que empujan a las desposeídas a retraerse, a ocupar el menor espacio posible, a pasar inadvertidas. En la vida en general y, para lo que interesa aquí, en la producción cultural en particular. Son otros los encargados de escribir, leer e interpretar los textos; es más, sus textos son los únicos con entidad suficiente para merecer una interpretación. Su interpretación.
‘La cabeza levantada’ pretende ser un ejercicio de interpretación de textos desde una posición de disidencia
‘La cabeza levantada’, en fin, pretende ser un lugar en el que se articulen ambos sentidos. Un ejercicio de interpretación de textos desde una posición de disidencia frente a la exclusividad/exclusión de lo académico o lo cultural. Y no por un esfuerzo consciente, sino por fidelidad genuina –diría que inevitable, pero sería mentira; muchas han logrado alienarse para extirpar de su obra la huella que delata su no-pertenencia a las clases tradicionalmente productoras de cultura, con el objetivo de pasar ciertos filtros– al origen propio.
La pobreza es como un charco que siempre se coloca debajo de los pies de la persona empobrecida, a la manera de esas nubecitas tan típicas de películas y series de animación, que descargan lluvia sobre la cabeza de un personaje atormentado y le acompañan allá donde vaya. La suela de ciertas zapatillas –al escribir “la suela de” surge automáticamente la palabra “zapato”; sabéis quién lleva normalmente zapatos y quién zapatillas, ¿verdad?........