“Los europeos se quedan en África setenta años y no hablan ninguna lengua local, no se mezclan”

Tras estudiar la educación secundaria en Sudáfrica, periodismo en Río de Janeiro, cine documental en Nueva York y cine en Cuba, Yara Costa (1981) volvió a Mozambique. No a su Maputo natal, sino a la norteña Isla de Mozambique, tierra de su familia paterna. “Es curioso, en la época colonial existía un barco que salía de la Isla de Mozambique haciendo ese mismo trayecto: Mozambique, Sudáfrica, Brasil, Caribe, Estados Unidos, llevando involuntariamente a esos cuerpos secuestrados. El mundo se configuró a partir de eso. Yo soy un producto de violación y orgasmo colonial al mismo tiempo”, asegura Yara Costa. La Isla de Mozambique, a la que un día llegaron sus abuelos desde Goa, en la India, es el prisma desde el que Costa deconstruye las visiones que el norte global proyecta sobre el mundo. “Durante al menos tres mil años, la isla conectaba Oriente y Occidente. Especias, marfil, oro y personas pasaban por aquí. El mundo occidental se configuró a partir de lugares como la Isla de Mozambique, que prácticamente no existen en el mapa”, matiza.

El trabajo de esta periodista con sensibilidad fotográfica y obra artística está atravesado por la Isla de Mozambique. Desde ella, ve crecer a su hija Kianda de 6 años (“ha visto cuatro ciclones en un año”) mientras sube el nivel del mar y los pescadores de cultura swahili se empeñan en preservar la pesca artesanal frente a la mercantil desde los dhow, la embarcación más emblemática del Índico africano. Los mundos que divisa desde la isla, vinculados a los trayectos de la historia de la esclavitud, impregnan su obra documental. Ha retratado la presencia china en África (Porquê aqui? Histórias chinesas em África, 2011), la migración haitiana (A travessia, 2014), el cambio climático (Ruínas do rio, 2021) o el islamismo wahabita (Entre eu e deus, 2018). Su última obra es la instalación artística Nkhodha y la sirena, que aborda el cambio climático a partir de historias de pescadores. Dicho trabajo le granjeó en 2023 el premio Courants du Monde del gobierno francés y el Premio Prince Claus Fund de Holanda.

La mozambiqueña combate las etiquetas que el norte usa para catalogar a África. Rechaza palabras habituales para describir lo africano o las culturas de países del sur del mundo, como “mágico”, “pintoresco” o “exótico”. “Yo quiero colocar a una persona hablando con una sirena sin que eso sea llamado mito o realismo mágico”, asegura Costa. Al mismo tiempo, mantiene un duro discurso contra el genocidio practicado por Israel en Gaza.

La entrevista fue realizada durante el encuentro internacional Território de saberes de Paraty (Río de Janeiro), financiado por el Ministerio de la Salud de Brasil para encontrar puentes entre la ciencia y saberes ancestrales.

En su primer documental, Porquê aqui? Histórias chinesas em África, abordó la presencia china en África. ¿Era un intento de retratar la expansión económica de China o, más bien, la inmigración que iban llegando?

En la época estaba muy presente en los medios la llamada “carrera de China” en África. La “fiebre amarilla”. Así la llamaban. ¡Todo lo que no somos nosotros es una enfermedad! Escuchaba cosas tipo “esos chinos son prisioneros que el gobierno manda”. Mi punto de partida era esa pregunta. ¿Por qué vinieron? ¿Cuáles son sus historias? Porque estamos hablando de personas, ¿no? Quería complejizar la presencia china en el continente.

Los europeos se quedan........

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