Justicia y burocracia

A fines de marzo de este año, un recluso apareció muerto en las duchas de la cárcel de San Pedro de Oruro. En un principio se presumía que se había ahorcado, porque tenía un surco equimótico en el cuello, pero la autopsia descartó el suicidio y determinó que su fallecimiento se habría debido a una posible asfixia mecánica por ahorcamiento.

Ese hecho puso en evidencia dos cosas: por un lado, cuán violentos pueden ser los reclusos y, por el otro, que el Estado, a través de la Policía, no está condiciones de garantizar — como debería— la vida de los internos detenidos preventivamente o cumpliendo una condena.

A principios de abril, el defensor del Pueblo, Pedro Callisaya, hizo un llamado a las autoridades para recobrar el control de los penales y recordó que, hasta ese momento, ya se habían reportado nueve muertes en recintos penitenciarios del país. Les instó a esclarecer estos hechos y así terminar con la impunidad. Además, presentó una propuesta........

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