Crónicas y delirios | Tu amigo secreto

Crónicas y delirios | Tu amigo secreto

26/12/2025.- Durante el mes de diciembre, una ráfaga de asombrosa ternura se apodera en nuestro país de la conciencia colectiva. Sus atributos son de fácil detección: amor irrefrenable hacia el género humano ("¡Hermanazo querido!"), reafirmación de los sentimientos familiares ("¡Madre no hay sino una!"), amplia voluntad de convivencia pacífica ("¡Lo que usted diga, compadre!"), ánimo de caudalosas celebraciones ("¡Yo pongo la bebida y tú, mi vida, el rico jamón!"), promesas de cambio de actitudes ("¡El año que viene no tomo más...ni menos, tampoco!") e infinita inclinación para gastar las míseras utilidades en puras inutilidades.

Todo lo anterior es lo que se ha dado en llamar el espíritu navideño, y a cuyo éxtasis de alma contribuyen los adornos del caso, desde la bambalina importada en refulgencia de colores y leyendas gringas hasta el pesebre comercial tamaño gigante, donde duerme un Niñote Jesús que parece engordado con barriles de compotas Gerber o gaveras del supervitamínico Gatorade. Y no olvidemos, solidarios lectores —¿cómo podría olvidársenos?—, la sana acústica que adereza el susodicho ambiente: triquitraquis, cohetones, tumbarranchos y gaitas, gaitas y más gaitas, para que no exista duda alguna acerca del furruco de decibeles en que nos hallamos inmersos. ¡Qué noches de paz, caballeros!

Dentro del área de trabajo, este espíritu navideño cobra fuerza especialísima, pues se instaura una especie de tregua sentimentaloide —casi lacrimosa—, una "taima" en los rencores, un cese al........

© Ciudad CCS