Hay demasiada euforia sobre la marcha de la economía estos meses, con revisiones al alza del crecimiento. Pero tiene poca justificación cuando la única palanca que moviliza la actividad es el consumo, con arriesgado sesgo hacia el de carácter público, mientras que la inversión es la gran variable enferma del ciclo, con valores aún inferiores a los de 2019. Es el único componente de la economía contagiado de covid persistente, pues no ha recuperado el nivel previo a la pandemia. Tipos de interés elevados, poca visibilidad de las expectativas de empresas y hogares e incertidumbre sobre la política económica tejen una cortina de niebla que impide el despegue de la inversión.
En el corto y medio plazo, las expectativas no son buenas para la formación bruta de capital, a juzgar por los augurios que hacen los propios empresarios en todas las encuestas que exploran sus intenciones. Ni la Encuesta a las empresas españolas sobre la evolución de su actividad, elaborada por el Servicio de Estadios del Banco de España, con más de 6.500 opiniones, ni la de Confianza empresarial elaborada por Estadística, donde vierten sus previsiones más de 8.000 establecimientos.
Aunque haya condicionantes que pesen sobre las pesimistas decisiones de los empresarios y los particulares, como la carestía de la financiación y un horizonte no del todo despejado por la incertidumbre geopolítica externa y la que pueda haber a nivel interno sobre la política económica, los niveles de apalancamiento de las empresas y de los hogares están en la mejor de las situaciones para un nuevo despegue de la inversión. Si no ocurriera en los próximos seis trimestres, la actividad económica, exclusivamente anclada en el consumo privado y........