De hoy en un par de semanas el Banco de España debería tener designado a un nuevo gobernador que sustituya a Pablo Hernández de Cos, que agota el mandato de seis años que le asigna la ley de autonomía de la institución. Lo lógico es que el Gobierno negocie con el Partido Popular el relevo, tanto del gobernador como de la subgobernadora para inyectar una dosis de consenso que contribuya a la independencia del banco, pero esta norma está escrita en el agua y anda esta tan turbulenta que no será fácil esta vez. Pero es obligado consolidar con el nuevo tándem el grado de independencia, excelencia e influencia que el equipo saliente ha creado tras los tumultuosos años de la crisis financiera.
Huelga decir que el Banco de España es una institución clave para el funcionamiento institucional del sistema financiero y la economía en general y que solo puede ejecutar su función con el grado de protección de la autonomía que le otorga la ley, aunque aun con ella los Gobiernos han mangoneado en sus funciones y decisiones. Nada extraño si observamos que instituciones más robustas, con más tradición de independencia y supuestamente intocables, como la Reserva Federal americana, tienen amenazadas sus atribuciones por la deriva iliberal que recorre las sociedades libres y las economías de mercado.
España acaba de incorporar sus instituciones a este estatus de autonomía e independencia en sus funciones de la mano del ingreso en la Unión Europea. Pero antes de disponer de tales atributos ya los reclamaba y defendía. Un servidor recuerda cómo a una cándida pregunta suya en comparecencia pública sobre las presiones políticas, sociales, empresariales y........