Llamó mucho la atención la advertencia que hacía Warren Buffett hace unas semanas sobre las escasas posibilidades de encontrar opciones de inversión que proporcionasen a su vehículo corporativo Berkshire Hathaway la rentabilidad obtenida en los últimos lustros, y apreciar solo retornos más modestos en unas pocas empresas americanas y en muy contadas asiáticas o europeas. Como si la economía mundial se hubiese parado y el futuro de los negocios fuese plano, como si el mercado y la sociedad no precisara crecimiento y oportunidades en muchas partes del globo que deberían ser atendidas por las empresas, se resignaba el inversor más exitoso del mundo a no poder replicar ganancias del pasado.
El panorama internacional no es el mejor de los posibles, y seguramente es el peor de los últimos ochenta años. El escenario geopolítico es endiablado, con unos cuantos conflictos bélicos abiertos en zonas de alto riesgo de contagio a geografías capitales para la economía mundial, y con un irrespirable clima de paz quebradiza alentado por actos y declaraciones desconocidas en las últimas décadas.
Una situación que necesariamente condiciona a todas las variables económicas, desde los flujos comerciales y de inversión en el mundo, hasta el comportamiento de los precios por fracturas en las cadenas de producción, pasando por una política monetaria en alerta que no puede garantizar financiación barata y estable por periodos prolongados. Una situación con un efecto paralizante sobre la toma de decisiones de inversión empresarial y de los particulares, que ven en sus pequeñas economías los efectos de la toma de grandes decisiones.
Una de las principales consecuencias pasivas de este horizonte nebuloso........