Como Feijóo no quiere hacer oposición en economía, salvo de brocha gorda y catastrofista, tenemos que recurrir a voces profesionales e institucionales para encontrar análisis que, con datos, cuestionan aspectos de la gestión económica del Gobierno, rebajando el triunfalismo del que suelen hacer gala sus representantes. Y es que tan imposible es que un Ejecutivo lo haga todo mal, como todo bien. Y ahí está el margen para la crítica democrática.
En estos días hemos conocido informes de la Comisión Europea que ponen el acento crítico en dos asuntos, no menores: la última reforma de las pensiones y la implantación del Ingreso Mínimo Vital. A la vez, reconoce méritos como la reducción de la temporalidad o la subida del salario mínimo sin destruir empleo.
Una de las cosas más destacadas por el Gobierno cuando hace poco más de un año se aprobó otra reforma del sistema público de pensiones es que había sido pactado “con Bruselas”, como si ello fuera razón suficiente para justificar el no hacerlo aquí con los partidos del antiguo Pacto de Toledo. Sin embargo, el informe Ageing Report 2024 apunta, de nuevo, lo obvio: los números de las pensiones, no salen, ni con la reforma recién aprobada. Y la cuestión es fácil: nuestro modelo es de reparto. Es decir, los pensionistas se reparten (con criterios establecidos) lo que hay, en la caja común, según vayan cotizando los ocupados (con criterios establecidos). Durante años, la lógica del modelo exigía que estuviera anualmente equilibrado. Después, para mantener lo cobrado por los pensionistas ante crisis económicas que........