Corría el año 2009, cuando el presidente Zapatero, en un mitin de las europeas en Vistalegre, lanzó, en pleno estallido de la crisis financiera, aquello de que España necesitaba un “modelo de crecimiento radicalmente distinto del actual” que debía estar basado en “menos ladrillo y más ordenadores”. Han pasado 15 años. Es evidente que tenemos menos ladrillos (la construcción se ha desplomado) y más ordenadores (el último impulso de la mano de los Next Generation) y debemos preguntarnos: ¿ha cambiado nuestro modelo productivo?
Ya desde fuera del Gobierno, e incluso del Congreso, me permití discrepar en mi columna semanal de entonces, donde defendí que el necesario cambio de modelo productivo no vendría de la fórmula expuesta por el presidente, sino de otra que incluyera “más ladrillos, con ordenador”. Es decir, frente a la idea de dejar de hacer una cosa y pasar a hacer otra, yo más bien veía el asunto como seguir haciendo lo que sabemos hacer, pero de una forma diferente. Este proceso se ha dado, entre otros, en nuestro sector turístico, convertido en el primer sector económico del país, cuya avanzadilla empresarial incorpora con solvencia criterios de sostenibilidad, digitalización y nuevas tecnologías, sin dejar de ofrecer todo aquello que hace que el año pasado 85 millones de extranjeros nos visitaran. Pero la pregunta se repite: ¿ha significado esto un cambio en el modelo productivo?
Retomo el asunto, no por nostalgia, sino porque la insatisfacción con el modelo productivo español está resurgiendo estos días en forma de debates sobre nuestra baja productividad relativa respecto........