Después de dar un suspiro de alivio por el fin de las subidas de tipos, los CEO y los inversores deberían de respirar profundamente. Incluso si la Fed comienza a revertir su política a finales de este año, como se espera, y hace que el dinero esté disponible a un precio un poco más barato, los gastos de endeudamiento corporativo seguirán aumentando. Para cubrirlos, las empresas podrían verse obligadas a buscar recortes en otros lugares. Las recompras de acciones, los nuevos proyectos y las adquisiciones financiadas con efectivo parecen especialmente vulnerables.
Las consecuencias más inmediatas y nefastas de 11 aumentos rápidos en la tasa de referencia de los fondos federales de EE UU han fluido principalmente a través del sistema financiero. Una serie de nuevos máximos en el S&P 500 este año dan fe de cómo las preocupaciones están disminuyendo. Esta nueva exuberancia, sin embargo, ignora efectos insidiosos que probablemente persistirán durante años. A medida que las empresas refinancien constantemente su deuda, a costes inevitablemente mayores, muchas de ellas afrentarán a decisiones difíciles.
En su mayor parte, los balances empresariales están en bastante buena situación. Muchos directores financieros aprovecharon la oportunidad que se les brindó durante la pandemia, y a veces incluso antes, para fijar tasas ultrabajas y retrasar la fecha de vencimiento de su deuda. Las empresas con mejores ratings lo hicieron con más facilidad que sus pares más débiles, pero esas iniciativas fueron bastante generalizadas.
Comcast, cuya deuda neta, de casi 88.000 millones de dólares, lo convierte en uno de los mayores prestatarios corporativos del mundo, es un ejemplo notable. El presidente, Michael Cavanagh, ha estado pregonando la capacidad del operador de cable de EE UU para refinanciar el 40% de sus obligaciones desde 2018. Dijo a los inversores que extender el vencimiento promedio en 4 años, hasta un........