Mi padre, el empresario

Resulta casi imposible añadir algo más a lo que con tanta generosidad han dicho ya tantas y tantas personas que conocieron y quisieron a mi padre, mi gran mentor y maestro, y a los cientos de artículos que con tanto rigor y admiración han resumido, desde que el martes se conociera su fallecimiento, su intensa vida y su obra empresarial.

Por ello, hoy quiero hablar desde el orgullo de haber sido uno de los hijos de Gabriel Escarrer, que siempre ha representado, además de un privilegio, una enorme responsabilidad. Desde bien pequeño tuve la inmensa suerte de aprender de su mano, visitando con él los hoteles cuando me recogía del colegio, o de compartir innumerables fines de semana recorriendo juntos los establecimientos de Mallorca, porque había que estar “siempre encima del negocio”. Ya entonces, con mis ojos de niño, me llamaba la atención cómo le respetaban sus empleados, como se dirigía a todos por su nombre, cómo se preocupaba tanto por el hijo enfermo de un jefe de recepción, como por la última reserva de un touroperador, o por el cuadre de caja de la semana.

Con el tiempo me di cuenta de que esa era su forma de ser grande: lo mismo recogía con sus propias manos cualquier papel que un cliente hubiera tirado al suelo, que seducía al presidente de Indonesia para capitanear la creación de un nuevo destino turístico en Bali, nada menos que a 13.000 kilómetros de Mallorca, o conseguía adquirir grandes grupos hoteleros como Hotasa o Meliá. Y todo ello, no gracias a su fortuna ni a su patrimonio, sino........

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