El reto de la transición energética: activar la demanda eléctrica

Vivimos una transición energética sin vuelta atrás, fruto de una firme decisión internacional, con la aquiescencia tanto de actores públicos como privados. Hemos alcanzado, por decisión política, un ritmo acelerado de cambio en la oferta energética que ha introducido disfuncionalidades en el funcionamiento de sistemas y mercados, más acostumbrados a procesos de cambio suaves y controlados por el sector empresarial, y que han tenido comportamientos reactivos de aquellos agentes a los que la aceleración les suponía una pérdida de hegemonía en su posicionamiento en el mercado y el deterioro de activos en su balance, por la obsolescencia de estos al ser desplazados por las nuevas tecnologías y modelos de negocio.

La Unión Europea ha decidido actuar bajo tres directrices: el firme compromiso de lucha contra el cambio climático, la creación de una nueva economía basada en la electrificación de la demanda con fuentes de energía renovables, y alcanzar la independencia energética, tecnológica e industrial que permita cubrir nuestras necesidades presentes y futuras de forma segura. En definitiva, alcanzar la seguridad de suministro energético con menores costes y que esta sea el motor de una nueva economía verde.

Hasta ahora, la base del modelo se ha centrado, principalmente, en promover un cambio en la oferta de energía, desde los combustibles fósiles a las renovables, manteniendo el funcionamiento tradicional del mercado y la apuesta por el marginalismo en la fijación de precios. De hecho, la nueva directiva del mercado, erróneamente, no ha querido cambiar el modelo de fijación de precios, a pesar de las diferencias en las características de........

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