Cuando OpenAI recaudó 6.600 millones de dólares de capital fresco la semana pasada, la valoración implícita de 157.000 millones de dólares de la empresa pionera en inteligencia artificial fue la noticia que acaparó los titulares. Sin embargo, en su lista de nuevos accionistas había otra revelación sorprendente.
Junto a la firma de capital riesgo tecnológico Thrive Capital, entidades financieras como Khosla Ventures y Fidelity Management & Research, y socios corporativos de peso como Microsoft y Nvidia, se incluía una aportación de 500 millones de SoftBank, el grupo japonés sinónimo de su excéntrico fundador Masayoshi Son.
Decir que hay división de opiniones sobre el valor del respaldo financiero de SoftBank sería decir poco. Son es probablemente el capitalista de riesgo más controvertido que el mundo haya visto jamás. Su carrera de montaña rusa representa un caso de estudio para el enigma original de la inversión activa: ¿existe realmente la habilidad, o todo es cuestión de suerte?
Es fácil considerar a Son como un apostador de alto riesgo. Una apasionante biografía de Lionel Barber, antiguo director del Financial Times, hace precisamente eso. La pista está en el título: Gambling Man: The Wild Ride of Japan’s Masayoshi Son (El hombre de las apuestas: el alocado viaje del japonés Masayoshi Son).
La primera prueba es el historial de inversiones de Son, que claramente presenta altibajos. En el lado positivo del balance, detectó el potencial del buscador Yahoo cuando el bum de las puntocom estaba en sus primeras etapas, y compró el 30% de Alibaba por unos míseros 20 millones de dólares en 1999, tras una reunión de seis minutos con su fundador, Jack Ma. En el lado negativo, hundió 14.000 millones en la startup de oficinas compartidas WeWork, antes de su espectacular colapso en 2019. (“Fue........